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Mounier y su filosofía

José Dionisio Solórzano  No podemos hablar de Democracia Cristiana sin hablar de Emmanuel Mounier – uno de sus precursores – y de su cosmovisión sobre una sociedad alejada del dogmatismo del individualismo. Para el filósofo francés la persona humana era el aspecto esencial de una sociedad; de allí que partidos como Copei, de declarada posición Demócrata Cristiana, sostuvieran el principio del «hombre como eje y centro de la sociedad». Elaboró una teoría denominada «Personalismo» que él mismo ponderaba como:  _«… una filosofía, no es solamente una actitud. Es una filosofía, no un sistema. Si bien no huye de la sistematización. Pues conviene que haya orden en los pensamientos; conceptos, lógica, esquemas de unificación, no son sólo útiles para fijar y comunicar un pensamiento que sin ello se disolvería en instituciones opacas y solitarias.»_ Como es lógico el «Personalismo» parte de la Persona, sin embargo hay diversas formas de expresar los criterios que se puede tener sobre la Persona

Maritain y el Estado

José Dionisio Solórzano Cuando despunta un debate sobre el rol del Estado dentro del quehacer político, producto del eterno enfrentamiento entre colectivistas y liberales (socialistas y libertarios) es menester que la Democracia Cristiana refresque su posición y la mejor forma de hacerlo es recordando las ideas de Jacques Maratain. Este grandioso pensador francés nos legó una joya de pensamiento en su libreto “El Hombre y el Estado”, donde deja clarificado el pensar humanista sobre el papel del Estado. Iniciemos con una frase, que juzgo perfecta para describir la relación Estado-Hombre, la cual dice: «la persona es anterior al Estado y por lo mismo es el Estado para la persona y no a la inversa». Leáse bien, «es el Estado para la persona», es decir, el Estado es creado para que sirve a los propósitos del ser humano. Y, empero, cuando el Estado por acción u omisión atenta contra el hombre no solo pierde sentido sino que es necesaria su renovación. Sigamos desentrañando parte de la filos

Democracia cristiana y el trabajo / José Dionisio Solórzano

José Dionisio Solórzano  Iniciemos recordando un principio básico de la Democracia Cristiana como es que «el hombre es el eje de la sociedad», punto de partida para entender que toda decisión de carácter político y social debe estar supeditada al sagrado interés de la dignidad humana. El Papa Juan PabLo II lo decía en su encíclica Laborem Exercens: «El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo». La centralidad en la persona, puntualmente en el trabajador, es, para la Iglesia, inviolable, de tal forma que nunca se puede considerar el trabajo humano como una mercancía. «A pesar de todo, el peligro de considerar el trabajo como una mercancía sui generis, o como una anónima “fuerza” necesaria para la producción (se habla incluso de ‘fuerza-trabajo’), existe siempre, especialmente cuando toda la visión de la problemática económica esté caracterizada por las premisas del economicismo materialista.», otra cita de Juan Pablo II en la mencionada Encíclica. Cuando

Dimensión humana de la economía

José Dionisio Solórzano  Reconozcamos que los materialismos, disfrazados bajo las terminologías y las ideologías del igualitarismo y el libertarismo – dos extremos opuestos que al final se unen –,  parecieran que ocupan el debate político-económico venezolano. Por un lado, sectores continúan pregonando a la igualdad como panacea para mitigar las dificultades en las dinámicas económicas y sociales; y, por el otro, factores propugnan la libertad económica y social como la solución final de todos los males que aquejan las sociedades actuales. Ambos conceptos se basan en una visión materialista del mundo; en una concepción que desecha valores espirituales, morales y humanos. Ante la ausencia de principios como la fraternidad, la solidaridad y el bien común; debemos rescatar las enseñanzas de grandes pensadores como el economista y religioso, Louis-Joseph Lebret. La economía no debe seguir concibiéndose como una simple relación entre oferta y demanda, de cifras macroeconómicas sin almas ni

Escritorio de Dionisio

𝑳𝒐𝒔 𝒂𝒑𝒆𝒕𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑴𝒊𝒈𝒖𝒆𝒍 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 es un personajillo que pareciera salido de una película de terror – de aquellas en blanco y negro –; es un vampiro insaciable, una bestia que engulle todo a su paso, que no lo detiene nada, ni nadie, a la hora satisfacer sus bajezas. 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 empezó su faena de triste bestialidad, cuando traicionó a "Cheo María", allá en su tierra. Llegando así al poder, desde donde actuó cual barbarazo y acabó con todo hasta con «el queso que había en la mesa». 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 salió de aquel espacio de poder satisfecho, su hambre y ambición había quedado casi – y solo casi – satisfechas; de allí se refugió en la secretaria privada del gobernador, donde siguió como una sanguijuelas chupando y chupando. Sin embargo, a pesar que 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 ha comido de todos y ha secado a más de uno, pareciera que su actual platillo preferido es el «𝘈𝘯𝘵𝘰𝘯𝘪𝘰» ya sea al vapor, a la parrilla o asado. Pues, 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 lleva casi 4 años comiéndo

Matelotaje político

Por José Dionisio Solórzano Opinión -.     A pesar de lo que se cree erróneamente, los piratas que surcaron los océanos del mundo tenían su propio código de conducta, una especie de leyes que regulaban su vida de pillaje, libertinaje y excesos. Una de las leyes era el “Matelotaje” una especie de contrato entre bucaneros, normalmente uno adulto y otro mozalbete, que era el punto medio entre el tutelaje y la esclavitud. La llamada Cofradía de los Hermanos de la Costa, ente que regulaba la vida de los piratas, corsarios y/o bucaneros,   instituyó el Matelotaje para establecer los límites de la relación patrón-siervo, la cual con el paso del tiempo evolucionó   a un efectivo contrato   entre pares con rasgos de inviolabilidad y exclusividad, a tal punto que cuando un pirata fallecía en el combate su “matelote” heredada su parte del botín, pasando por encima de su familia, si es que la hubiese llegado a constituir. Ahora, amén de lo ocurrido en las aguas del Caribe en los

Por la Derecha

Por José Dionisio Solórzano Opinión -.     ¡Por la Derecha! La recomposición política, social y económica de Venezuela empezará cuando giremos hacia la derecha, cuando abandonemos la senda de la izquierda y cuando comprendamos que sólo una sociedad trabajadora, con valores cristianos y fuerte, es el camino para el crecimiento y el buen futuro. A lo largo de los últimos 20 años hemos conocido el rostro más atroz de la izquierda: Populismo, corrupción, destrucción del aparato productivo, antivalores, anarquización del país, institucionalización del crimen, etc.,   es por ello que nos toca tomar decisiones y avanzar. Venezuela no puede seguir siendo un campo de práctica de la izquierda internacional; no podemos seguir siendo la caja chica de las revoluciones en América Latina, ni la teta de la cual succiona miles de millones de dólares los chulos cubanos. La llamada Transición Nacional está en manos de un joven dirigente democrático como es Juan Guaidó, a quien se le deb