Ataque cultural

La sociedad occidental está en riesgo. Los valores cristianos y nuestra forma de vivir cada vez están más amenazadas por factores que pretenden empujar a nuestra visión del mundo hacia el abismo.

Disfrazados con expresiones como “feminismo” o “ideología de género” se busca la aniquilación de la vida y del desarrollo de nuestras sociedades.

Primero, me gustaría argumentar que tanto los términos “machismo” como “feminismo” nos hablan, desde una óptica deontológica, de extremismos, por lo cual ambos son señales inequívocas de intolerancia.

Una cosa son es hablar de los derechos inalienable de las mujeres y otra, muy distinta, son expresiones del extremismo del pensamiento, donde se defienden tesis como el aborto o la supremacía de un género sobre el otro.

Tanto mujeres como hombres, tienen un rol fundamental en nuestra sociedad. Y aunque la sociedad, fuera del hogar, sea denunciada como patriarcal, cuando vamos a la evaluación del día a día de un porcentaje increíblemente alto de los hogares venezolanos percibimos que dentro de los muros de nuestras casas el sistema reinante es el ”matriarcal”.  

Ahora bien, ¿cuáles son los ataques culturales?

La extrema izquierda, es decir los neo-comunistas y los socialismos radicales, al verse cada vez imposibilitados en mantener el viejo discurso marxista de la lucha de clases, y de la dictadura del proletariado, han recurrido al uso de otras vías de penetración social y de destrucción del sistema cultural de las naciones occidentales.

El nuevo extremismo de izquierda levanta las banderas del derecho de una persona a matar a otra, y me refiero puntualmente al aborto. La nueva izquierda radical dice, sin ningún tapujo, que no existen géneros sexuales.

Explico, para los defensores de la “Ideología de Género”  nadie nace hombre o mujer, sino que cada quien se “hace hombre o mujer”. Lo cual está en total divorcio con las leyes de la naturaleza y con la concepción humana y real de nuestras sociedades.

¿La pretensión de esta teoría? Fácil, la izquierda extrema quiere tener su nuevo nicho de mercado electoral entre los defensores del aborto y los denominados “sexo diversos”.

Todo esto, es parte de una política sistemática que tiene varios años en marcha y que pretende inexorablemente la destrucción completa de nuestra sociedad cristiana.

Si perdemos la familia, como institución base de los núcleos sociales, entonces los pilares fundamentales de los cuales se ha sostenido durante años nuestro mundo y cultura se vendrán abajo.

Si la familia desaparece, creándose en su reemplazo una nueva versión amorfa, diversa, y contranatural, entonces los días de orden, progreso y equidad real desaparecerían por completo.

Frente a esto, los sectores que defendemos la cultura occidental y cristiana, quienes aupamos el fomento de una familia sólida, tradicional y sana, tienen que prepararse para acceder a cargos de decisión política o sucumbir ante la presión y el “contraataque del radicalismo”.

Si alguna vez los regímenes comunistas ordenaron la desaparición de “Dios” a través de decretos, ahora buscan la destrucción de su obra, es decir, de la humanidad.


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