Mounier y su filosofía

José Dionisio Solórzano 

No podemos hablar de Democracia Cristiana sin hablar de Emmanuel Mounier – uno de sus precursores – y de su cosmovisión sobre una sociedad alejada del dogmatismo del individualismo.

Para el filósofo francés la persona humana era el aspecto esencial de una sociedad; de allí que partidos como Copei, de declarada posición Demócrata Cristiana, sostuvieran el principio del «hombre como eje y centro de la sociedad».

Elaboró una teoría denominada «Personalismo» que él mismo ponderaba como: 

_«… una filosofía, no es solamente una actitud. Es una filosofía, no un sistema. Si bien no huye de la sistematización. Pues conviene que haya orden en los pensamientos; conceptos, lógica, esquemas de unificación, no son sólo útiles para fijar y comunicar un pensamiento que sin ello se disolvería en instituciones opacas y solitarias.»_

Como es lógico el «Personalismo» parte de la Persona, sin embargo hay diversas formas de expresar los criterios que se puede tener sobre la Persona Humana. 

Es así que Mounier hizo una caracterización básica:

_«La persona es un ser espiritual constituido como tal por una especie de la subsistencia y de su independencia en su ser; conserva ésta subsistencia por su adhesión a una jerarquía de valores adoptados libremente, asimilados y servidos a través de un comprometerse responsable y de una constante conversión»_

Es así que Mounier logró converger en su filosofía criterios comunitarios no socialistas, y la exaltación de la persona sin caer en el individualismo liberal; hizo una síntesis convergente de dos conceptos: El hombre y la Sociedad.

El pensador francés aseguró que: 

«Muchos, llevados por cuatro siglos de individualismo, han perdido la costumbre de pensar sus vidas y sus actos bajo aspectos comunitarios. No de una comunidad exterior, artificial y jurídica con la cual intercambiarían relaciones abstractas de reciprocidad, sino de una comunidad que impregnaría su espíritu y su carne, fuera de la cual cada uno de nosotros sólo es un cadáver vivo, una comunidad cuyos actos son nuestros actos, los pecados nuestros pecados, el destino nuestro destino».

Para Mounier la persona humana es la unión de pensamiento, materia y espíritu; es impensable e imposible una definición del hombre sin su espíritu. Para él, las dos cosas van de la mano.

La base del pensamiento demócrata cristiano está ligado a la esencialidad del espíritu, entendiendo éste la elevación moral del ser humano. 

Por lo tanto, el movimiento de inspiración demócrata cristiana debe ser moral, espiritual y comunitaria, de este punto emerge el concepto de «bien común».

Ahora, veamos la visión de Mounier sobre la democracia: 

«Llamamos democracia con todos los calificativos y superlativos que se quiera, para no confundirla con sus minúsculas falsificaciones, al régimen que reposa sobre las personas que constituyen la comunidad social. Entonces sí estamos al lado de la democracia. Agregamos que, desviada desde sus orígenes por sus primeros ideólogos, después estrangulada en su propia cuna por el mundo del dinero, esta democracia jamás ha sido realizada en los hechos, sino apenas en los espíritus».

Para los democristianos la democracia está en constante construcción y perfeccionamiento, pues su total plenitud es cuando la moral dicte el comportamiento social en un abierta unión de personalismo comunitario. 

En fin, ayer como hoy la necesidad personal era y es vital para salir del abismo existencial en que se encuentra el ser humano, pues la persona no está dada para subsistir sino para vivir plenamente y esto sólo se alcanzará en un clima de unión ideal entre persona y comunidad.

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