El gran mentiroso
Desde Alta Mar-. En comunicaciones cuando no somos plenamente transparentes
con los mensajes que enviamos o transmitimos es natural que la información
sufra cambios, surjan los rumores y se acentúe la desconfianza, esto fue lo que
le ocurrió al gobierno de Maduro con relación al tratamiento de la enfermedad
del ex presidente Chávez.
Los partes médicos más políticos
que científicos, las aseveraciones desdentadas pero carentes de profundidad y
de información confiable, arrojaron que la sociedad venezolana empezará a dudar
de Maduro y compañía, por ende, en este momento la nación entera califica en
diferentes medidas como poco veraz lo que el régimen dice y dijo con relación a
las dolencias del extinto Jefe del Estado.
Ante esta realidad a los
inquilino de Miraflores en este momento les duele en demasía cuando el
abanderado de la unidad democrática, Henrique Capriles, los llama mentiroso
porque éste dice lo que hoy millones de venezolanos comentan en la calle y que
algunos, a pesar de ser chavistas callan pero piensan detenidamente.
Esta mentira es el peor error que
pudieron haber cometido quienes están hoy en el uso de las responsabilidades de
guiar los destinos de Venezuela; a nadie le gusta que le mientan, y menos a
millones de venezolanos que de buena fe creían en las propuestas de cambio que
vociferaba Chávez y anhelaban su recuperación.
Ahora enfrentamos una nueva
campaña presidencial, en esta ocasión se ven la cara Capriles, defendiendo las
banderas del cambio, del futuro, del reencuentro nacional y por el otro lado
está Nicolás Maduro, el ungido por Chávez en aquella famosa cadena hoy
convertida en instrumento de la propaganda oficialista y quien despunta por
convertirse en el mayor engañador y encubridor de la historia de la nación.
Ya lo decía mi abuela: “las
mentiras tienen patas cortas”, y esta que Maduro, Diosdado, Cilia, Villegas, y
demás protagonistas, le dijeron al país se ha venido descubriendo poco a poco,
develando el rostro macabro de unos manipuladores de cadáveres, de unos
saqueadores de despojos del siglo XXI. ¡Qué Dios se apiade de ellos!.
Por estas razones es normal que
el pueblo venezolano, aquel que ha militado siempre en la acera contraria al
oficialismo y ese que confiadamente le ha dado oportunidad tras oportunidad a
quienes nos gobiernan desde hace 14 años, se sientan engañados, frustrados, vilipendiados en su inteligencia y ultrajados
en su amor propio por un puñado de señores que hacen lo imposible, sin
importarles dolor o moral alguna, para mantenerse en el coroto.
Si Pedro Carmona Estanga será recordado
como el “breve”, Nicolás Maduro quedará en los anales de esta historia como el “Mentiroso”,
como el “Sacrílego”, como el Presidente que no le importó para nadie el
sufrimiento de un sector del pueblo, que lloró sinceramente la partida de aquel
que juzgan su líder.
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