Acta non verba
Mar de Leva-. Los grandes oradores de la antigua Roma, entre ellos
el gran Cicerón, expresaban sin cesar que “Acta
non verba” es decir, hecho y no palabras es lo que deben guiar las acciones
de los hombres, sin embargo ellos no hacían sino que decían con vehemencia
aplastante.
Los líderes políticos modernos no
pierden esta condición, con la gran diferencia que los actores de la política
romana era mucho más precisos en sus acciones y más verticales a la hora de
llevar adelante las acciones que juzgasen necesarios para alcanzar sus
objetivos.
Son los hechos y no la palabras
los que mueven a los líderes aunque son las palabras los que les permiten calar
en el “alma” de sus seguidores e
influir en sus decisiones, y sobre todo la más importante de todas: SEGUIRLOS.
Decir mucho y hacer poco es uno
de los grandes errores de los políticos actuales, sin embargo hacer mucho y
decir poco también constituye una grave situación para los actores de la vida
pública nacional.
Los asesores debe crear en las
condiciones para que sus asesorados consiguen un punto medio entre ambos
sectores y poder de esta manera alcanzar la meta de ser congruentes entre lo
uno y lo otro.
Hacer pasa por ser y ésta a su
vez significa sembrar y ¿cómo sembramos?
El político tiene que sembrar en
la política, con acciones que demuestren sus capacidades, conocimientos, visión
y compromisos; quienes están llamados a guiar los destinos de otros, o quienes
quieren hacerlo deben cumplir con ciertos parámetros y eso pasa por sembrar las
semillas con constancia.
La perseverancia del político no
sólo debe ser efectiva sino difundida. Las ideas no sólo deben ser ejecutadas
sino que además deben ser propagadas, porque son estás las almas mismas de las
acciones de los dirigentes políticos.
¡Piensas y dices!, porque si
dices sin pensar más temprano que tarde caerás en el foso de los errores y
si piensas, en algunas ocasiones, y no
dices tus mejores propuestas, ideas e iniciativas no conseguirás tener eco
entre los públicos meta.
Esto nos indica que los políticos
deben poseer un gran dominio de la palabra. Existen varios tipos de oradores:
el épico, el concreto, el motivador, el instigador, el incisivo, el reflexivo y
el académico, cada uno con sus particularidades y sus métodos para influir
entre la opinión pública.
Los políticos que hablen poco,
poca será su capacidad para sumar gente a su causa.
Los grandes oradores de la
historia también fueron grandes políticos, así como políticos notables dieron
grandes piezas oratorias que inclusive marcaron la historia de su país e
inclusive del mundo.
Benito Mussolini y Adolf Hitler
fueron dos oradores que con fuerza, uno primero y el otro después, cautivaron
con la vehemencia bélica a dos grandes países de Europa, por su parte la
sobriedad de Winston Churchill le
influyó vigor a la Inglaterra bombardeada y su “sangre, sudor y lágrimas” fueron palabras precisas en el momento
justo.
Luther Martin King con su “tengo un sueño” puso a soñar a todos los
norteamericanos en un futuro mejor con
inclusión y respeto para todos. Ronald Reagan con su “señor Gorbachov derribe este muro” profetizó la caída del Muro de
Berlín.
Por estos y muchos ejemplos más
es que la palabra es indispensable y más cuando la misma palabra se convierte
en acción.
Por eso digo como San Agustín “Estas no son palabras son hechos”…
Twitter: @jdsolorzano
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