La Ciudad de Dios

Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-. Empiezo esta columna con una cita de San Agustín de Hipona: “Si la república es cosa del pueblo, y no es pueblo el que está unido con el consentimiento del derecho y no hay derecho donde no hay justicia, sin duda se colige que donde no hay justicia no hay república”.

Este párrafo extraído del libro “La Ciudad de Dios” nos plantea la relación íntima además de yuxtapuesta de la república, la justicia y el pueblo.

Esta idea de este santo hombre, sin lugar a dudas inspirada por el razonamiento cristiano, es menester traerla a colación cuando en Venezuela se está dando indicios al respecto.

San Agustín de Hipona, Doctor de la Iglesia
Vemos, ya sin asombro alguno, como el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) viola la voluntad del pueblo expresada el pasado 6 de diciembre, a través de lo que a todas luces es un “golpe de Estado” en contra del poder legislativo legitimado en el sufragio democrático.

 Los magistrados actuando por intereses particulares o políticos están derrumbando las bases de la relación pueblo-república-justicia destruyendo los vestigios que aún quedan de legalidad y de republicanismos en el Estado venezolano.

Permítanme citar, nuevamente, al santo cuando aseveró que “sin justicia no puede administrar ni gobernar rectamente la república”.

De hecho desde hace mucho tiempo el Poder Judicial se encuentra “rodilla en tierra” frente al Poder Ejecutivo y lo más notorio es que su genuflexión lo ha llevado a colocar las dos rodillas en el suelo, postrándose ante el representante temporal de Miraflores.

Los militantes gubernamentales que se trajean con togas están respondiendo a motivaciones meramente políticas, mientras que con cada sentencia que pronuncian van aniquilando la república, porque con cada uno de sus actos vulneran la voluntad del pueblo.

San Agustín un filósofo de la cristiandad
Por ejemplo, y debemos decirlo, los Rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) ya sea por defensa de su labor, por luchas intestinas dentro del mismo círculo oficialista o tal vez por remordimiento de consciencia, han expresado que no existen vicios de ningún tipo para seguir impidiendo la juramentación y actividad parlamentaria de los diputados nacionales electos en Amazonas, y aconsejaron  a los magistrados del TSJ dar marcha atrás en sus acciones contra los parlamentarios y sobre todo contra los electores que lo eligieron sus representantes en la legislatura nacional.

El TSJ representa en el actual panorama político nacional a los esbirros que emplea el régimen de Nicolás Maduro para frenar la ola de cambio y mantenerse, aunque sea por un instante más, en la silla en la Quinta de Misia Jacinta.

Ante esto podemos concluir que ha sido el TSJ el enterrador final de la república por sus acciones que atentan contra el pueblo y su expresión democrática. Y además podemos afirmar, con suma tristeza, que Venezuela está hoy más que nunca muy alejada de ser como “La Ciudad de Dios” concebida por el santo. 

Y termino otra vez citando al Doctor de la Iglesia, a San Agustín de Hipona, con esta frase: “El bueno, ni se ensoberbece con los bienes temporales, ni con los males se quebranta.”


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