Persecución en el más allá

Tumba de Gallegos profanada
Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-. Venezuela en los últimos años se convirtió en una tierra de persecución política. En  la actualidad todos los que piensan diferente al régimen pueden ser víctimas del hostigamiento característico de los modelos totalitarios como el venezolano.

La política de persecución expresada en listas, como la tristemente célebre de Tascón o la más reciente de los llamados Comités Locales de Alimentación y Producción (CLAP) no llegan a los niveles sobrenaturales de la persecución post-mortem que ahora expresamos.

Leer la noticia del saqueo de las tumbas de los expresidentes de la república, General Isaías Medina Angarita y de Don Rómulo Gallegos, son reflejo de que en Venezuela nadie se salva, ni los muertos.

El hecho además de escalofriante es una evidencia clara que el país avanza por el camino de los antivalores, por la institucionalización de la depravación y el irrespeto.

En una nación donde ni los muertos pueden descansar en paz no se puede hablar de sociedad y mucho menos de progreso o libertad.

Se llevaron los restos del expresidente y escritor
Ha sido, reiteradamente, expresado por muchos entendidos en la materia que desde el Palacio de Miraflores se emplean métodos seudo-religiosos que atentan contra la moral y los principios éticos y morales de nuestra sociedad. ¿Será este el motivo del robo de osamentas presidenciales?

Isaías Media Angarita
No podemos afirmar que la violación de la última morada de los expresidentes de la república tenga alguna vinculación con las autoridades del Estado, mas tampoco podemos dejar de pensar en la profanación de la tumba del Libertador, Simón Bolívar, y toda la red de conjeturas, algunas de ellas de carácter mágico, que se han tejido después de este suceso.


Lo cierto es que, ya sea por los practicantes de expresiones religiosas que emplean restos humanos para rituales, que por demás están muy alejados de la concepción cristiana que profesamos la inmensa mayoría de los venezolanos, o la pretensión oficialista de emplear los huesos presidenciales para ritos macabros e innombrables o llanamente para distraer la atención social de la crisis humanitaria que atravesamos en la nación, podemos afirmar que estamos viviendo tiempos prácticamente apocalípticos.



Mi abuela, que Dios la tenga en su santa gloria, decía con la vehemencia de los años y la seguridad del tiempo vivido, “esto es fin de mundo”. Y pareciera que sí, estamos en medio de una realidad que cada vez es más irreal, más surrealista y más anti-real (si se me permite esta expresión).

Y esta no es la primera vez que en este régimen se roban los restos mortales de un ex Jefe de Estado, recordemos que en 2013 también se llevaron del camposanto los huesos del expresidente Joaquín Crespo.

Expresidente Joaquin Crespo
Todo lo que estamos presenciando, son expresiones de que somos gobernados por un grupo de políticos que están de espaldas a la fe, que han atentado contra las creencias cristianas, que han insultado y vejado a líderes del catolicismo, que han alterado los linderos de las creencias populares.

Por esta razón en la Venezuela revolucionaria la persecución llega hasta el más allá.


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