César Borgia… Cuando la suerte cambia

Por José Dionisio Solórzano

Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-. César Borgia… el “príncipe del Renacimiento”, fue el hijo predilecto del Alejandro VI, fue el hombre que puso de rodillas a las viejas castas de la Italia central, portaba con elegancia el título de Duque de la Romaña. Así vivió  el Valentino.

Él es el vivo ejemplo de que todo en la política puede cambiar, de acuerdo con la suerte, las malas decisiones, los giros de la vida, o la pérdida de un protector.

Mientras que Rodrigo Borgia estuvo al frente de la Iglesia Católica, César fue el Gonfalonero y Capitán General de la Iglesia, reyes le temían y familias poderosas de Italia se arrodillaban ante su ingenio militar y político.

Aunque la leyenda negra de los Borgias establece que el Papa Alejandro VI era el padre de César Borgia, en realidad no podemos tener certeza de esto. Lo que sí nos consta es quien fuese primero Cardenal y después militar se convirtió en referencia en su época.

Un capítulo entero le dedicó Nicolás de Maquiavelo en su obra eterna “El Príncipe”.

Tuvo todo el poder religioso, político, militar y territorial que logró amasar bajo la sombra y la maestría política de Alejandro VI. Luego del fallecimiento de éste, tan repentino hecho que dejó colar la duda del envenenamiento, empezó a eclipsarse el “sol borgiano”.

César, amo y señor de la Romaña, estuvo moribundo por mucho meses. Un enemigo mortal de su familia: Della Rovere (Julio II), llegó a coronarse Papa con su apoyo.

Dudó entre España y Francia en su disputa por Nápoles. Sus erróneas decisiones entre Fernando “El Católico” y Luis XII “el Cristianísimo”, lo llevaron a quedar entre dos fuegos hasta el fin de sus días.

Ahora bien, ¿por qué escribo sobre César Borgia? Ustedes pensarán que un artículo en torno a un personaje de la historia universal no está tan acorde con la realidad política venezolana.

Puede ser que tengan razón, si hubiésemos dejado la columna hasta aquí, pero no es así.

Nosotros en nuestra Venezuela de la actualidad tenemos nuestros propio César Borgia en desgracia. ¡Sí! y ese no es otro que Diosdado Cabello.

El diputado Cabello, con Hugo Chávez en vida, llegó a ocupar cargos de real importancia política: Ministro, presidente de la Asamblea Nacional, Vicepresidente de la República, de todo un poco.

Este señor, quien dominaba por completo la fracción del Psuv en el poder legislativo, que tenía un poder cuasi-dictatorial dentro del partido oficialista, se encuentra en minusvalía ante una nueva situación cada vez más agobiante para él y sus más allegados.

Nicolás Maduro, presidente de la República, primero se lleva a Aristóbulo Istúriz a la Vicepresidencia de la Nación y ¿para qué? para sumar los votos internos en el Psuv y derrotar a Diosdado internamente.

En otra decisión de Maduro, al perder la mayoría de la Asamblea Nacional, nombra como jefe de fracción de los “rojos” a Héctor Rodríguez, dejando en un segundo plano a Diosdado Cabello.

Y lo más reciente es el nombramiento de Vladimir Padrino López como el “superministro” o “copresidente”, con lo cual busca asestarle otro golpe a Diosdado, esta vez de doble arista: El poder Ejecutivo y el Militar.

El señor Cabello se encuentra como el Borgia, en las postrimerías de su otrora fuerza política.

El diputado le queda un espacio en la televisión donde prosigue con su característica actuación de “bravucón”, protagonizando un tejemaneje con el exalcalde mayor de Caracas, Juan Barreto.

Es imperioso no descartar el hecho que Cabello pudiese estar planificando su retorno al poder, así como también lo intentó César Borgia, esta vez a través de una de las hijas de Chávez.


Amanecerá y veremos. 

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