¿Qué pasa en el régimen?

Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-. En el seno del régimen venezolano vemos que se exteriorizan diferentes síntomas de una fiebre de radicalización desesperada y desesperante.

Por un lado, la cohesión monolítica del pasado ya no es tal. Y tampoco podemos hablar de disidencias aisladas, sino de grupos que convergían en el poder, pero que el giro dado por el régimen de Maduro los ha conllevado a separarse de ese movimiento.

Las posiciones de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, y las declaraciones de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Danilo Mojica y Marisela Godoy, evidencian la enorme ruptura política entre representantes de las instituciones del Estado.

Esto es muy importante que ocurra; las decisiones de la Fiscal y de estos Magistrados ponen en evidencia que la lucha no es simplemente entre la Asamblea Nacional y el Poder Ejecutivo, sino que es una puja entre la cordura democrática y la insensatez autoritaria de Maduro.

Además, el régimen se dividió en sus formaciones políticas. Se suman a la cadena de voces disidentes exconstituyentistas y dirigentes del oficialismo como Eustoquio Contreras, quien fustigó el llamado a la Asamblea Nacional Constituyente.

Eustoquio Contreras se une a las voces de Nicmer Evans de Marea Socialista y los ex ministros Héctor Navarro y Maripili Hernández, quienes ya han dejado en evidencia su posición firme contra la Constituyente y en contra del mismísimo Maduro.

A tal punto hemos llegado, que Navarro, sin pelos en la lengua, dijo que: “El peor error de Chávez fue hacernos votar por Nicolás Maduro”.

Por su parte, Maripili fue tajante al decirle a Elías Jaua que: “La constituyente no es garantía de paz, sino de más violencia y derramamiento de sangre para Venezuela”.

La cosa está candela en el seno de un régimen que ya no es aquella masa compacta de voluntades o de silencios que obedecían ciegamente las órdenes emanadas del Palacio de Miraflores.

Pero, no son solo las peleas y posiciones disidentes dentro del régimen lo que demuestra el estado de decrepitud del modelo gubernamental, sino que existen otros rasgos que señalan síntomas de su débil situación.

La Asamblea Nacional Constituyente concebida a través de una división anticonstitucional del voto, en dos factores de representatividad uno ejercido “terrotorialmente” mediante el voto directo y otro “sectorialmente” mediante los gremios y comunas, pone en la mesa la debilidad electoral del régimen,

Ya no son afirmaciones políticas o números de encuestas las aseveraciones en torno a la flaqueza popular del Gobierno, sino que éste mismo lo confiesa al crear un modelo o reglas electorales que le resta protagonismo a la gente.

Para Maduro el soberano ya no es el pueblo, sino que el soberano es Raúl Castro sentado en su silla en La Habana, y sólo a él obedece como una especie de procónsul o virrey.  

Entonces, la división interna, la posición de algunos magistrados y del Ministerio Público, las voces disidentes en el Gran Polo Patriótico, y la pérdida de pueblo son los síntomas de una fiebre de espasmos autoritarios y violentos que se expresa en una Guardia Nacional Bolivariana agresiva y descontrolada.


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