Matelotaje político
Por José Dionisio Solórzano
Opinión-. A pesar
de lo que se cree erróneamente, los piratas que surcaron los océanos del mundo
tenían su propio código de conducta, una especie de leyes que regulaban su vida
de pillaje, libertinaje y excesos.
Una de las leyes era el “Matelotaje”
una especie de contrato entre bucaneros, normalmente uno adulto y otro
mozalbete, que era el punto medio entre el tutelaje y la esclavitud.
La llamada Cofradía de los
Hermanos de la Costa, ente que regulaba la vida de los piratas, corsarios y/o
bucaneros, instituyó el Matelotaje para
establecer los límites de la relación patrón-siervo, la cual con el paso del
tiempo evolucionó a un efectivo
contrato entre pares con rasgos de
inviolabilidad y exclusividad, a tal punto que cuando un pirata fallecía en el
combate su “matelote” heredada su parte del botín, pasando por encima de su
familia, si es que la hubiese llegado a constituir.
Ahora, amén de lo ocurrido en las
aguas del Caribe en los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, en pleno siglo XXI
vemos una reedición del viejo
Matelotaje, esta vez enfocado en la vida política.
Sí, en más de una ocasión hemos
observado como un “viejo lobo de mar” de la política adopta a quien será el
sucesor de sus ideas, planteamientos y visión del mundo.
Por ejemplo, en el caso
colombiano podemos decir que el expresidente Álvaro Uribe Vélez tiene su “matelote”
en la persona del actual presidente neogranadino Iván Duque, en Venezuela Hugo
Chávez dejó como su vástago político a Nicolás Maduro, también podemos
mencionar el caso de “Lula” Da Silva con Dilma Rousseff y así sucesivamente.
Aunque, también hemos visto los
casos de algunos “matelotes” que al sentirse bien seguros en las sillas
presidenciales optan por separarse de sus mentores, como el caso de Lenín
Moreno con respecto al tutelaje de Rafael Correa.
Sin duda, los políticos sueñan
con dejar a alguien que siga sus pasos cuando ellos ya no estén o cuando, por las
leyes de sus respectivos países, se les impide seguir en el ejercicio del
poder.
Y, este tipo de prácticas no
corresponde solo a los políticos modernos, en otros tiempos se le empezaron a conocer
a los “matelotes” con el título de “delfines”. Podemos recordar como en la década
de los 80 y 90 en Venezuela se hablaba de los “delfines” de Rafael Caldera, en
clara referencia a Eduardo Fernández y a Oswaldo Álvarez Paz; el expresidente
Carlos Andrés Pérez también tenía a sus “hijos políticos” entre los que
resaltaban Héctor Alonso López, Antonio Ledezma y Claudio Fermín.
Por lo que vemos, la institución
de los “Matelotes Políticos” no es para nada nueva, sino que es una vieja
práctica pirata que ha sido adoptada por el mundillo de la política
latinoamericana.
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