Democracia cristiana y el trabajo / José Dionisio Solórzano

José Dionisio Solórzano 

Iniciemos recordando un principio básico de la Democracia Cristiana como es que «el hombre es el eje de la sociedad», punto de partida para entender que toda decisión de carácter político y social debe estar supeditada al sagrado interés de la dignidad humana.

El Papa Juan PabLo II lo decía en su encíclica Laborem Exercens: «El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo».

La centralidad en la persona, puntualmente en el trabajador, es, para la Iglesia, inviolable, de tal forma que nunca se puede considerar el trabajo humano como una mercancía.

«A pesar de todo, el peligro de considerar el trabajo como una mercancía sui generis, o como una anónima “fuerza” necesaria para la producción (se habla incluso de ‘fuerza-trabajo’), existe siempre, especialmente cuando toda la visión de la problemática económica esté caracterizada por las premisas del economicismo materialista.», otra cita de Juan Pablo II en la mencionada Encíclica.

Cuando comprendemos que el trabajo existe para la dignificación del hombre y que de éste deriva el fundamento del bienestar, podemos disertar sobre el rol del salario.

La Democracia acristiana siempre ha luchado para que cada trabajador tenga una justa remuneración por sus esfuerzos laborales.

Ya el Papa Pío XI lo expresaba en su encíclica Quadragesimo Anno donde dejaba claro que:

«Ante todo, al trabajador hay que fijarle una remuneración que alcance a cubrir el sustento suyo y el de su familia».

Y anteriormente, en la Rerum Novarum podemos leer que «si el obrero recibe un jornal suficiente para sustentarse a sí, a su mujer y a sus hijos, será fácil, si tiene juicio, que procure ahorrar y hacer, como la misma naturaleza parece que aconseja, que después de gastar lo necesario, sobre algo, con que poco a poco puede irse formando un pequeño capital».

Entendemos que la Democracia Cristiana busca tres aspectos fundamentales:

1-. La dignificación del hombre a través de su propio esfuerzo; es decir, la acción individual para el sustento familiar y, por ende, colectivo.

2-. La proporcionalidad entre el esfuerzo y un salario que sea justo y necesario para la adecuada subsistencia del trabajador, que le permita vivir bien, ahorrar para el porvenir y desarrollarse a plenitud.

3-. La consecución de una sociedad de hombres y mujeres que sean propietarios y como tales defiendan y trabajen por el alcance de sus metas familiares y por el por los objetivos del bien común.

Sobre la propiedad.

Leemos en la Encíclica Rerum Novarum que:

«… el hombre cuando trabaja en terreno que sabe que es suyo, lo hace con un afán y un esmero mucho mayores; aun llega a cobrar un grande amor a la tierra que con sus manos cultiva, prometiéndose sacar de ella, no sólo el alimento, sino aun cierta holgura o comodidad para sí y para los suyos. Y este afán de la voluntad nadie hay que no vea cuánto contribuya a la abundancia de las cosechas y al aumento de la riqueza de los pueblos. De donde se seguirá en tercer lugar otro provecho: que se mantendrán fácilmente los hombres en la nación que los dio a luz y los recibió en su seno porque nadie trocaría su patria con una región extraña si en su patria hallara medios para pasar la vida tolerablemente.»

¡Qué razonamiento tan vigente en la Venezuela de hoy! Pues, si los venezolanos encontrasen seguridad y bienestar para ellos y sus familias no tendrían la necesidad de buscar nada en ninguna otra parte del mundo.

Es por tal, que el bien común, la propiedad y el trabajo digno y remunerado son las bases sociales de una nación justa y próspera.

A su vez, en la encíclica Pacem in Terris, el Papa Juan XXIII recordaba que las mujeres ya no toleran que no se les reconozcan derechos propios de toda persona humana.

«[La mujer] exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana.»

Es decir, la Democracia Cristiana debe fomentar el respeto de la mujer como eje de la familia y motor de protección de nuestras sociedades, y además como factor creador y productivo.

Desde aquí parten los siguientes esbozos ideológicos de la Democracia Cristiana:

✅ Trabajo digno.

✅ Salarios justos.

✅ Respeto a la Propiedad Privada

✅ Valoración de la dignidad de la mujer en nuestra sociedad.

Todo esto enmarcado en el bien común y la defensa de la dignidad humana.

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