Sin moral no hay política
Desde
Alta Mar-. Cuando la moral, aunque sea una propia y singular pero moral al fin,
no es un factor esencial del quehacer político de un dirigente éste se torna
plenamente un politiquero, un fanfarrón del pensamiento, si es que piensa, o un
lacayo de los sentimientos más despreciables.
Lastimosamente para nuestra sociedad hemos sido
testigos últimamente de las más reprochables actitudes, hemos presenciado los
hechos más bajos y patéticos de los cuales tengamos memoria, vemos cada vez más
asombrados los episodios más tristes de la historia política de Venezuela.
En la sesión de la Asamblea Nacional del pasado
martes 5 de febrero observamos como un diputado electo por las planchas de la
Alternativa Democrática, Hernán Núñez, echó por tierra los principios de su
partido Voluntad Popular y de miles de sucrenses que lo eligieron su
representante en el parlamento, cuando al brincar la talanquera con un discurso
digno del más truhan mequetrefe del republicanismo español, regaló a diestra y
siniestra la mayor putrefacción que se haya escuchado en ese hemiciclo.
Pero la carencia de ética política no llega
hasta aquí, hemos visto como el alcalde de Lechería, Víctor Figueredo, dominado
por la venganza y el egoísmo político, siendo militante de Un Nuevo Tiempo, se
alía bajamente al oficialismo, "rodilla en tierra", para hacer el trabajo,
cual esquirol, al Gobierno en su ataque en contra de la unidad democrática a
través de Primero Justicia.
Dirán que quien escribe trabajó en ese gestión
lo cual es plenamente cierto, lo hice cuando había un criterio de amplitud
democrática, cuando el objetivo era ayudar a los vecinos de Lechería, cuando se
llegó con la meta de sanear política, económica, ambiental y socialmente al
municipio, pero es obvio que estos ideales fueron puestos a un lado, es
evidente que hoy es la usura hecha gobierno y la mezquindad convertida en fe
quienes dominan esta etapa de la administración.
Por moral, por principios me separé de ese
gobierno cuando apenas asomaba el rostro del Leviatán corruptor, me aparté
porque los sueños principistas del inicio dieron paso a un despertar de
intrigas, sectarismos y elocuente desviación; cuando en la política nos mueve
un principio de lealtad a uno mismo, de compromiso con lo que se piensa y en lo
que se representa entonces no existe cabida para inmorales de traje, corbata y
argumentos banales.
Hernán Núñez y Figueredo son parte de esa casta
de seudo-dirigentes que dicen ser políticos, cuando en verdad no llegan ni ha
barrenderos de la "polis" (con el perdón de estos trabajadores del
aseo, que tan loable labor efectúan para el beneficio de la sociedad).
¡Qué falta nos hacen en nuestra política
hombres como el Dr. Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Luis
Herrera, Arístide Calvani, Pedro del Corral, Raúl Leoni, y porque no hasta un Gustavo
Machado, entre otros, quienes a pesar de sus diferentes pensamientos eran
personas que pusieron en alto, muy en alto, sus ideales con constancia, firmeza
y solidez intelectual, pero sobre todo con mucha ética!
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