Esa Venezuela

Desde Alta Mar-. Es un viernes de clima seco, algunos nubarrones se posan en las alturas de nuestro amado Puerto La Cruz. El sol brilla como recordándonos que la luz siempre vence a la oscuridad.

Y, camino por el Paseo Colón, converso y saludo con algunos amigos y caigo enmudecido en una profunda reflexión. Una pregunta salta a mí: ¿qué pasará?

Sigo deambulando por las calles de mi ciudad. Dibujo en mi mente esa Venezuela que sueño. Trazo en con mi imaginación un país nuevo de alegría y convergencia, donde todos progresemos en medio de una prosperidad individual y a la vez comunitaria.

Delineó en mi mente esa idílica nación que cada vez más nos obliga a construir con sacrificios y sobre todo dedicación una nueva tierra de concordia y trabajo.

Mientras analizo el abismo en el cual nos encontramos, las olas del mar Caribe siguen su vaivén en nuestras costas. Me llega nuevamente la concepción la seguridad máxima de que sí podemos crecer y dejar esta real pesadilla que hemos padecido durante 16 años.

Al momento de redactar estas líneas quedan pocas horas de un evento transcendental para nuestro país. Al instante de escribir este artículo resta muy poco para estar frente a la máquina de votación y elegir los nuevos diputados a la Asamblea Nacional.

Alrededor de mis pensamientos por esa Venezuela que tenemos que edificar brota, a borbotones, las ideas de lo que necesitamos hacer para lograr la meta de la refundación nacional.

No sé lo que pasará el domingo 6 de diciembre, ni siquiera podré profetizar acciones sociales o meramente personales, aunque sí me atreveré a avizorar un camino largo para esta tierra.

Pase lo que pase, los venezolanos estamos enrumbados hacia un nuevo porvenir. El modelo que ha regido los destinos de Venezuela está de salida, su adiós es cada vez más seguro.

Creo, en medio de mis reflexiones, que la participación más allá de lo electoral es fundamental para avanzar más rápidamente dejando atrás el nefasto régimen que hemos sufrido a lo largo de todo este tiempo.

Esa Venezuela de todos y para todos apenas está formándose y la esperanza cada vez crece más delante de nosotros.

Esa Venezuela que anhelamos y que añoramos está en nuestras manos, en nuestras decisiones, en nuestras fuerzas. Hoy más que nunca la nación cuenta con nosotros para progresar derrotando las inclemencias de un sistema que nos hundió en la miseria.

¡De súbito! Al despertar de mis cavilaciones me encontré ante un torbellino humano que luchaba en medio de una cola kilométrica para acceder a algún producto regulado. Al despertar de mi letargo surgió dentro de mí un sentimiento de mayor compromiso de lucha para dejar el caos del actual modelo económico en el pasado e iniciar el camino hacia la prosperidad de un mañana de inclusión y bienestar para cada uno de nosotros.

Esa Venezuela que esperamos y que estamos, cada quien desde su posición, formando está en plena gestación. Esa Venezuela de felicidad real y manifiesta cada día está más próxima a nosotros.

Juntos, sin distinto de diferencias sociales, raciones, ideológicas, religiosas o culturales tenemos el compromiso de trabajar para volver a convertirnos en una gran nación.


¡Sí se puede!

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