Dios con Venezuela

Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-.  Sí, Dios está y siempre estará al lado de Venezuela.

Más allá de las inclinaciones poco cristianas de nuestros gobernantes actuales, en las calles de este país existe una multitud de hombres y mujeres fieles a las creencias de la bondad, la misericordia y la caridad expresadas hace 2000 años por Jesucristo.  

Seamos católicos o protestantes, el pueblo venezolano es arraigadamente creyente; podemos afirmar que la infiltración de religiones no culturales en la esencia nacional, aunque avanzaron por un tiempo, llegaron a un estancamiento, porque como dijo el Hijo de Dios “el mal nunca prevalecerá”.

Bueno, porque afirmo que Dios está con Venezuela. No es para extrañarse que en los últimos días el Arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, Baltazar Enrique Porras Cardozo, fuera designado por el Papa Francisco como nuevo Cardenal de la Iglesia Católica.

Además del nuevo “príncipe de la Iglesia”, como suelen llamarles a los Cardenales, también es notorio el nombramiento de  Arturo Sosa Abascal como el Superior General de la Compañía de Jesús durante la 36 Congregación General de la orden.

Es decir, el jesuita venezolano se convirtió en el primer “no europeo” en ser el máximo representante de esta orden católica en el mundo. Hoy este paisano es el llamado “Papa negro”, como los jesuitas llaman a su Superior General por la vestimenta oscura que estos religiosos utilizan.

En pocas palabras, con tan sólo días de diferencia dos venezolanos han ocupado puestos fundamentales en la jerarquía del catolicismo a escala mundial, esto indica que la Santa Madre Iglesia Católica tiene su mirada puesta en Venezuela.

Dios quiera que Su Santidad consagre la paz y la libertad de Venezuela y de todos los venezolanos a la amadísima Virgen María, como en su tiempo lo hiciese San Juan Pablo II con relación a Europa.

Cuando San Juan Pablo II, llamado “El Grande”, colocó en las manos de la tierna Madre de Dios a todo el viejo continente, no tardó para que el imperio del comunismo se desvaneciera; como castillos de naipes fueron cayendo cada uno de los regímenes de izquierda en Europa.

Los llamados constantes a oración, son fundamentales en estos momentos aciagos que los venezolanos estamos atravesando. Sí, este es un problema político, pero también es una batalla moral, ética y religiosa, de esto no me cabe ninguna duda.

Desde hace 17 años nuestra nación es el teatro de operaciones de una guerra entre el bien y el mal. Por casi dos décadas el mal enfiló sus baterías en contra Venezuela, a tal punto que trataron de endiosar a un hombre y crear tras su muerto un culto claramente anticristiano, no obstante ahora llegó la hora del bien.

Este es el momento donde nuestras plegarias son un arma infalible. Debemos recordar a San Agustín de Hipona cuando decía: “recemos como si todo dependiera de Dios, trabajemos como si todo dependiera de nosotros”.


Los demócratas tenemos que continuar la lucha, tenemos que redoblar nuestras acciones, y en la medida que estemos en la calle, en la magnitud que nuestro reclamo crezca, en esa misma medida tenemos que rogar a Dios por su bendición, compañía y ayuda.

¡Sí, Dios está con Venezuela!


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