Tiempos: pasado o presente
Desde Alta Mar (Puerto
La Cruz)-. San Agustín
de Hipona nos enseñó que “no digas que el tiempo pasado fue mejor que el
presente; las virtudes son las que hacen los buenos tiempos y los vicios los
que los vuelven malos”.
Y así está ocurriendo
con Venezuela. Tenemos un presente cargado de los más atroces vicios que han
convertido a nuestro ahora en una amalgama de malos momentos y patéticas
realidades.
El ayer venezolano, a
pesar de sus errores porque los hubo, estuvo dominado por más virtudes que
maleficencias.
Sí, hubo tiempos y
momentos donde viciosos políticos convirtieron el ayer en momentos amargos;
pero al sopesar el balance fueron más las virtudes que las acciones malas.
No obstante, al
compararlo con este presente la diferencia es abismal.
Hoy malas personas guían
los destinos del país. Y son malos porque persiguen, acosan, vejan, engañan,
manipulan, ofenden, e inclusive hasta se burlan de la fe.
Aquellos que
pretendieron fundar una neo-religión alrededor de la figura de un expresidente
fallecido, aquellos que maldicen a diestra y siniestra, aquellos que se mofan
del rosario, el credo y el amor religioso, son sin más malas personas, unos
sacrilegios que han fundado este “mal presente”
El presente es malo,
porque los vicios de quienes gobiernan lo transformaron en un mal sueño, en una
pesadilla que deseamos despertar con prontitud.
Los venezolanos
recordamos con nostalgia ayeres mejores, porque por encima de los errores
humanos, brillaban acciones y evocaciones de amor, bondad y misericordia.
La ausencia de virtudes
nos regala un presente de agravio y sinsabores, un aquí y ahora repleto de
amargas decepciones, de allí que digamos aquella popular frase: “éramos felices
y no lo sabíamos”.
Y es cierto, en la
Venezuela de ayer no sufríamos por la carencia de comida en las mesas, no
padecíamos por una inflación incendiaria y creciente.
Los venezolanos de ayer
eran solidarios, amables, despreocupados. Eran tiempos de concordia y
desarrollo, era una Venezuela de faz alegre y andar firme.
Luego de 18 años de
socialismos a la usanza cubana, la realidad es otra. Los políticos llegaron a
niveles de perversión inusitados e insospechados en otras eras.
Acusaciones de tráficos
de estupefacientes, terrorismo, corrupción y más, dejan en pañales cualquier
desliz cometido por otras personas en otros tiempos.
Crearon un imperio de
inmoralidad y de caos, con una corona de vicios que asienta el poder de aquellos
que se amparan en el mal para reinar.
San Agustín ya no lo
advertía hace muchos siglos atrás, son nuestras virtudes las que moldean
nuestra realidad, es la fe en Dios, es la proyección de caridad y amor
verdadero, lo que construye realidades afables y prosperas.
Y, son los vicios
quienes engendran la muerte, la tristeza y la decepción.
Huyamos de los vicios,
seamos hombres y mujeres de bien. Rechacemos la maldad, luchemos por el cambio
social, político y económico de nuestra amada nación.
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