Valores y política
Desde Alta Mar (Puerto
La Cruz)-. Los valores en el ejercicio de la política son
fundamentales para que ésta se cargue de principios y sea ejercida con ética y,
sobre todo, con una altísima cuota de responsabilidad.
San Juan Pablo II
durante su papado aseveró que "la democracia necesita de la virtud si no
quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular".
Si tenemos dirigentes
virtuosos, decentes, temerosos de Dios, si tenemos a hombres y mujeres de ética
y con una elevada valoración moral, entonces la sociedad se volcará a defender
esta visión del mundo y de ella misma.
¿Qué ha sucedido en
Venezuela los últimos 18 años? Los valores fueron mutilados, surgió del
discurso del gobernante nuevos códigos, nuevas lecturas e interpretaciones que
moldearon la construcción de los “antivalores” que hoy subsisten y se expanden.
Desde las iniciales
justificaciones en torno al robo, desde la violencia verbal y física
institucionalizada en la nación, se fue dibujando en la Venezuela actual una
nueva concepción de comportamiento aceptado.
Por ende, los
venezolanos estamos dominados por una ola de principios deformes, de
significaciones mutadas y principios que se oponen a los más elementales
fundamentos del bien común, el amor al prójimo, la libertad y el desarrollo de
cada uno de los ciudadanos.
Por eso es oportuno
recordar la invitación que recientemente los efectuó el Papa Francisco quien
declaró que: “Los cristianos debemos inmiscuirnos en la política porque la
política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común.
Y los laicos cristianos deben trabajar en política".
Cuando más cristianos
verdaderos, fieles al mensaje de caridad y amor que nace de los basamentos
teológicos que enseña la Iglesia Católica, se sumen a esta cruzada entonces
podremos ir edificando una Venezuela nueva y distinta, podemos amalgamar las
voluntades necesarias para la refundación de nuestra sociedad.
De lo contario tanto la
libertad mal entendida, el orden extremista y mal concebido o la justicia
social deformada o manipulada, van a desembocar en un alistamiento dogmático
del hombre, de una ruptura entre el ser humano y el resto de su propia especie.
Por ejemplo, el egoísmo
como rasgo oculto de la libertad extrema o la miseria como producto de una
socialización ateísta y sin valores de humanidad y respeto al prójimo,
resultarán en unos sistemas opresores que niegan la dignidad del hombre y crean
su propia justicia sectorizada.
Por ende, los cristianos
tenemos que sumarnos a la lucha por la democratización de Venezuela, tenemos
que levantar las banderas de los ideales de justicia, caridad, amor, y bien
común como medios óptimos para hacer una sociedad digna, pujante y más humana
cada día.
Ser testigo de la
injusticia, ser testigos de la opresión y quedarnos de brazos cruzados es pecar
por omisión, así de simple.
No pequemos por no hacer
nada, hagamos más, y como digo San Agustín de Hipona: “Reza como si todo
dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti”.
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