Mango, sardinas y yuca

Por José Dionisio Solórzano

Opinión-. Más y más venezolanos están sobreviviendo tan sólo con el consumo de mangos, sardinas y tubérculos, sobre todo  la yuca. Para millones de ciudadanos este es su único alimento diario, porque sus menguados ingresos no le permiten para más.

La crisis de alimentación no es un juego; la imposibilidad de poder mantener una adecuada alimentación ha empujado a millones de venezolanos a tomar la decisión de emigrar dejando a la nación sin  cerebros, conocimientos, experiencias y mano de obra capacitada.

La falta de comida es aguda. Y el Gobierno nacional solo se empeña en hacer grandes esfuerzos para ocultar la gravedad de la realidad y negar lo que se siente y se ve en todos los rincones de Venezuela.

En los sectores populares vemos como el consumo de sardinas crece de forma vertiginosa. Observamos como personas solo comen mangos antes de irse a comer, y como decenas de miles de ciudadanos solo se llevan a sus bocas retazos de verduras, las mismas que antes eran destinadas para los animales.

No obstante, lo más lamentable de todo esto, es que existen personas que se están acostumbrando a vivir de migajas y de sobras.

Es sorprendente como existen venezolanos que se están conformando con la bolsa o  la caja del Clap, y sus aspiraciones solo se limitan a sobrevivir ante el próximo envío de comida por parte del régimen.
Es preocupante que existan personas que se alegran cuando el Estado le deposita en el “carnet de la patria” unos 2 millones de bolívares, cuando esta cifra no les permitirá comer prácticamente nada.

Las dádivas a través de los mecanismos populistas del Estado no son una solución, ni tampoco una ayuda real, sino que es un simple engaño para mantener la ilusión de un grupo de personas que se niegan a aceptar que el sistema que por años acompañaron y apoyaron fracasó en todas las dimensiones posibles.

Mientras el Gobierno pretende amarrar votos mediante el regalo de lo que no es suyo, mientras pretenden engañar a la población con  una política obscena del embudo, lo angosto para el pueblo y lo ancho para los poderosos, en las calles se empieza a sentir el malestar acrecentado de una sociedad para ya no da para más.

Al régimen le gusta hablar de golpes, rebeliones, revoluciones, y más terminologías bélicas; pero no se percatan de la rabia social que se está gestando en muchos sectores, porque así como existen venezolanos que se están habituando a lo escaso, a las colas y a comer menos, existen otros que no se quieren adaptar a ese estilo de vida.

Entre éstos últimos, resaltan aquellos que optan por irse del país y aquellos que no pueden hacerlo, pero que tampoco están dispuestos a padecer lo que hasta ahora están padeciendo. En pocas palabras, parece que Maduro pudiera estar sentado sobre un barril de pólvora.



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