Silencio, solidaridad y complicidad
Desde Alta Mar-.
Han sido innumerables los episodios que presuntamente vinculan a altos
funcionarios del Gobierno nacional con hechos que atentan contra la moral y las
buenas costumbres. Son sorprendentes las acusaciones que circulan por el mundo
que relacionan a representantes del “socialismo del siglo XXI” con supuestos
hechos punibles.
Los señalamiento de
venezolanos con cuentas milmillonarias en dólares en Andorra y el HSBC y en
otras entidades bancarias del mundo, fueron minimizadas por los representantes
del Gobierno central, lo que deja mucho que pensar.
Las primeras
declaraciones del exgobernador de Aragua, Rafael Isea, donde acusaba al
gobernador pesuvista Tareck El Aissami de haber, presuntamente, colaborado con
un cargamento de drogas, fueron respondidas por éste, y secundado por toda la
“tropa gubernamental”, calificándolas como los “desvaríos de un traidor a la
patria”.
También es interesante
recordar los señalamientos que realizó en los Estados Unidos de Norteamérica el
ex escolta del presidente Chávez, Leamsy Salazar, quien habló de la existencia
del denominado “Cartel de los Soles”.
Todas estas acusaciones
tienen un extraño parecido con las
afirmaciones que se conocieron luego de la filtración de un audio con la
presunta voz de Mario Silva, donde se aseveraba que varios funcionarios del
Gobierno tenían nexos sospechosos.
A todo esto se
anuda el suceso y percance internacional
entre el Gobierno venezolano y las autoridades de Aruba con la detención de
Hugo “el pollo” Carvajal, a quien se le vinculó con el tráfico de
estupefacientes, lo cual fue desmentido velozmente por los representantes del
Estado nacional.
Así como estos episodios existen mucho más. Lo
más alarmante ante las acusaciones es que ningún ente público inició un proceso
serio de averiguación, sino que por el contrario emitieron una serie de
informaciones que desmeritan los señalamientos.
Hemos visto que voceros
de la Fiscalía, Defensoría del Pueblo y Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en
vez de emprender averiguaciones cierran filas en torno a los señalados e
intentan politizar las imputaciones.
Es hasta justificable,
aunque no deja de ser reprochable y anti-ética, la solidaridad política de
aquellos que forman parte activa del partido de Gobierno, lo que sí es
aborrecible es que representantes de los entes del Estado actúen de forma
cómplice ante las acusaciones que aparecen por todas partes.
El silencio de los más
recatados representantes del régimen deja mucho que desear de su integridad
moral, no obstante es la solidaridad instantánea la que es más inaudita.
Y para defenderse, tanto
los voceros del Partido Socialista Unido de Venezuela como los de los entes del
Poder Público, se escudan en la simplicidad de la politización del tema,
siempre teniendo a flor de labios el culpable de todo: “el imperio”.
La solidaridad bien
entendida es una virtud, aunque en la forma que la emplea los pesuvista se
convierten en una mácula que se cierne ante los hechos dejando una estela de
complicidad innegable.
Y las voces como las de
Jorge Giordani, Ana Elisa Osorio y Héctor Navarro, que se atreven a realizar
críticas, saliéndose del molde partidaria, son menospreciadas y atacadas
ferozmente.
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