Cambio de modelo

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Si nos referimos a gobernar como la acción política de ejercer el poder para el beneficio de los gobernados, podemos afirmar con toda propiedad que Nicolás Maduro no gobierna.

Desde que el actual inquilino de Miraflores asumió, luego de unas elecciones dudosas desde todo punto de vista, la silla presidencial e inclusive desde antes de las elecciones cuando el expresidente Hugo Chávez, sabiendo desde hace rato lo que le venía, lo dejó encargado de la silla presidencial, el señor Maduro no ha sabido dirigir los destinos del país.

Aunque, esto sí, sería injusto afirmar que Nicolás Maduro es el culpable de la crisis, porque el recibió un barco a la deriva, sin timón, haciendo aguas por doquier y en medio de un maremoto económico.

Nicolás lo que hizo fue empeorar la situación que se vivía. ¿Cuál ha sido el error de Maduro? Podemos enumerar un sinfín de decisiones, acciones u omisiones que constituyen el mapa de sinsabores, yerros y  torpezas que han caracterizado su administración, pero el origen de todo es su pensamiento ideológico.

El esquema político y económico presidencial está moldeado por los principios, fracasados y obsoletos, de la década del 60 y el empuje soviético en medio de la ya extinta Guerra Fría.

Para Maduro los ideales marxistas no han fenecido, para él aún es una realidad el bloque soviético, la denominada resistencia cubana en el Caribe y el ejemplo militante del “gran salto adelante” de Mao en la China comunista.

Para la visión, patológica presidencial, el Muro de Berlín no ha caído y jamás ocurrió la perestroika. Este es el meollo de problema nacional.

La carencia de producción nacional, el modelo rentista, la política internacional llevada adelante por Chávez y continuada por Maduro, es un claro reflejo que para los poderosos de las boinas rojas la historia se congeló en los años de las guerrillas revolucionarias y de las arengas socialistas de Salvador Allende y otros.

La crisis económica y fiscal del país, la carencia de alimentos y de productos de toda índole, las expropiaciones y demás son expresiones inequívocas de una mentalidad trasnochada y arcaica.

Mientras la nación sea conducida por nostálgicos de la URSS o la extinta Yugoslavia, mientras que la política económica esté dirigida por personeros que digan como el “Che” Guecara “yo no soy economista, lo que soy es comunista” no saldremos de la grave crisis económica, política y social en la cual nos sumergieron los paladines de la izquierda despechada.

Tenemos que cambiar el modelo para enrumbar a la nación hacia destinos muy diferentes a los que hoy transitamos.

El cambio no debe ser de forma, sino de fondo. Pensar que proseguir con un pensamiento socialista moderado o progresista cambiaremos la crisis en la cual estamos metidos es pecar por inocentes.

Venezuela tiene que virar en su concepción económica. Tenemos que abrirnos al mercado internacional, respetar la propiedad privada, incentivar a los venezolanos a ser productivos empezando por aquellos trabajadores, inversores y desarrolladores de planes de acción en el campo venezolano.


El cambio de modelo debe llevarnos a una nación de felicidad, propiedad, inversión, trabajo y respeto. 

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