Comida y crimen
Desde Alta Mar (Puerto
La Cruz)-. El canal del Estado, o mejor dicho del partido de
Gobierno, Venezolana de Televisión trasmitía una noticia. Hablaban de “paquetes
decomisados” “delitos” “años de cárcel” y otras expresiones que en las primeras
de cambio me parecían que explicaban la incautación de un alijo de
estupefacciones, pero: ¡Mayor mí sorpresa! Los paquetes eran de harina
precocida.
Los colegas periodistas que
daban los pormenores de la noticia ponderaban, de una vez y sin fórmula de
juicio, como “criminal” al supuesto bachaquero.
Me llamó poderosamente
la atención que a pesar a lo establecido en la Ley de Responsabilidad Social de
Radio y Televisión, bautizada “ley mordaza”, donde se especifica que para abordar la
detención de una persona el periodista, al trasmitir la información, debe
siempre utilizar las palabras “presunto” o “supuesto” para así proteger la
honra del sospechoso, no obstante los comunicadores y trabajadores de VTV no
comieron cuento para calificar de “criminal” y “delincuente” a quien poseía
apenas dos bultos de harina de maíz en su hogar.
Esto nos debe llamar a
la reflexión. Es evidente que la criminalización de la posición de alimentos es
un hecho en la Venezuela de hoy en día.
Según esta fórmula de
acción del gobierno de Maduro, si usted apreciado lector posee en su casa uno o
dos paquetes de harina, arroz, pasta, o de cualquier rubro pasa a ser
delincuente de hecho y será juzgado, y ni siquiera por los entes regulares de
administración de justicia sino por los tribunales mediáticos de los canales
del Estado.
En la Venezuela
socialista, por cierto creadora de la figura económica de los bachaqueros, se le
niega la posibilidad a usted y a los suyos a tener más de lo meramente
indispensable para sobrevivir.
En poco tiempo,
pareciera que es la vía que lleva el país si Maduro continúa sentado en la
silla del Palacio de Miraflores, adquirir un paquete de harina será más
peligroso que hacerse de cualquier sustancia formalmente ilegal.
Los entes
gubernamentales en vez de incentivar la producción, emprender el rescate de las
zonas agro-industriales de la nación, y de proponer alianzas estratégicas con
el capital privado nacional e internacional para sacar a flote nuestra alicaída
economía, se empeña en continuar con la receta de las restricciones,
prohibiciones, y retaliaciones contra quienes producen o simplemente tratan de
solucionar su sobrevivencia.
Hoy, en otros tiempos
esta afirmación hubiera parecido descabellada, comprar comida y guardar es un “pecado”
de “lesa revolución”.
Y es que en todo régimen
socialista, las autoridades crean las condiciones del hambre y de la miseria, y
son siempre los ciudadanos los que pagamos los platos rotos por su terquedad
ideológica y su dogmatismo absurdo.
Entre los nuevos crimines
creados por la revolución están: portar banderas de Venezuela, protestar en las
calles, tuitear, suscribir comunicados públicos, hablar mal de la revolución, y
comprar comida.
No se extrañen que el
día de mañana, por decreto presidencial y avalado por los Magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ), se tipifiquen nuevos delitos contra la revolución,
como por ejemplo: Portar camisas con el símbolo del dólar, comer tres veces al
día, comprarse ropa nueva, etc., etc.
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