Dirigentes o dirigidos
Desde Alta Mar (Puerto La Cruz)-. Sí, los políticos tienen la obligación de escuchar al pueblo y de comprender sus necesidades y sugerencias.
Mas no, y de esto tenemos que tener cuidado, se puede cumplir todos los deseos de la gente. Aunque la aseveración pueda sonar dura, es una enorme verdad.
Las concentraciones humanas muy pocas a veces coinciden al 100% con puntos de vista comunes; cada quien jala la cuerda para su lado.
Permítanme ejemplificar. Si un alcalde le pregunta a su comunidad qué quiere que le hagan, existirán algunos vecinos que exijan asfaltado, otros agua, o más allá dirán que lo que desean es acceso a internet.
O peor aún, varias comunidades se pelearán entre sí para ser la prioridad en el ejercicio de la labor política del ejecutivo. ¿Entonces qué hacer?
El político debe ser dirigente y no ser un simple dirigido, tiene que sopesar, analizar y ejecutar aquellas acciones que juzgue necesarias y hacerse comprender por la comunidad.
El dirigente guía y no es guiado por los vecinos; quien asume el liderazgo tiene que ser líder, llevándose los laureles de las victorias y los abucheos en los días aciagos.
¿El liderazgo colectivo? Tan mencionado en tertulias de media tarde, o de degustaciones de café en panaderías, es una entelequia desde el punto de vista social.
El liderazgo lo asume uno, y no todos. Aunque pueden existir sistemas donde las responsabilidades son compartidas, éstos son caracterizados por evoluciones distintas a las que vivimos en este lado del mundo.
El líder manda, gobierna, hace y asume las consecuencias de sus acciones y omisiones. El líder político no se puede ocultar detrás de las masas para esconder una actitud timorata y vacía, porque si lo hace no merece el calificativo de político.
Cuando el político se mueve hacia dónde se balancea la marea de la sociedad entonces será como el barco a la deriva, y con la brújula extraviada. Un papagayo sin cola tendrá mejor estabilidad y estrategia en sus iniciativas.
Este es el caso de los políticos que no dirigen, sino que son dirigidos por las pasiones de terceros.
Venezuela necesita políticos que dirijan y no teman a los resultados de sus obras. Necesitamos dirigentes que tomen el timón del barco y conduzcan a la sociedad hacia puerto seguro.
Sin duda, cuando existen muchos líderes es que en realidad no hay un líder. Mejor representado en la frase popular de “muchos caciques y pocos indios”.
Venezuela necesita a líderes como Bolívar, o José Antonio Páez, a jefes políticos como Antonio Guzman Blanco o Joaquín Crespo, a guías como Juan Vicente Gómez o mentores o paladines democráticos como Rómulo Betancourt o Rafael Caldera, e inclusive a un conductor como Hugo Chávez, quien dominó la escena política del país por más de 15 años.
¡A sí de claro!
Mas no, y de esto tenemos que tener cuidado, se puede cumplir todos los deseos de la gente. Aunque la aseveración pueda sonar dura, es una enorme verdad.
Las concentraciones humanas muy pocas a veces coinciden al 100% con puntos de vista comunes; cada quien jala la cuerda para su lado.
Permítanme ejemplificar. Si un alcalde le pregunta a su comunidad qué quiere que le hagan, existirán algunos vecinos que exijan asfaltado, otros agua, o más allá dirán que lo que desean es acceso a internet.
O peor aún, varias comunidades se pelearán entre sí para ser la prioridad en el ejercicio de la labor política del ejecutivo. ¿Entonces qué hacer?
El político debe ser dirigente y no ser un simple dirigido, tiene que sopesar, analizar y ejecutar aquellas acciones que juzgue necesarias y hacerse comprender por la comunidad.
El dirigente guía y no es guiado por los vecinos; quien asume el liderazgo tiene que ser líder, llevándose los laureles de las victorias y los abucheos en los días aciagos.
¿El liderazgo colectivo? Tan mencionado en tertulias de media tarde, o de degustaciones de café en panaderías, es una entelequia desde el punto de vista social.
El liderazgo lo asume uno, y no todos. Aunque pueden existir sistemas donde las responsabilidades son compartidas, éstos son caracterizados por evoluciones distintas a las que vivimos en este lado del mundo.
El líder manda, gobierna, hace y asume las consecuencias de sus acciones y omisiones. El líder político no se puede ocultar detrás de las masas para esconder una actitud timorata y vacía, porque si lo hace no merece el calificativo de político.
Cuando el político se mueve hacia dónde se balancea la marea de la sociedad entonces será como el barco a la deriva, y con la brújula extraviada. Un papagayo sin cola tendrá mejor estabilidad y estrategia en sus iniciativas.
Este es el caso de los políticos que no dirigen, sino que son dirigidos por las pasiones de terceros.
Venezuela necesita políticos que dirijan y no teman a los resultados de sus obras. Necesitamos dirigentes que tomen el timón del barco y conduzcan a la sociedad hacia puerto seguro.
Sin duda, cuando existen muchos líderes es que en realidad no hay un líder. Mejor representado en la frase popular de “muchos caciques y pocos indios”.
Venezuela necesita a líderes como Bolívar, o José Antonio Páez, a jefes políticos como Antonio Guzman Blanco o Joaquín Crespo, a guías como Juan Vicente Gómez o mentores o paladines democráticos como Rómulo Betancourt o Rafael Caldera, e inclusive a un conductor como Hugo Chávez, quien dominó la escena política del país por más de 15 años.
¡A sí de claro!
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