Entrena duro y lucharás calmado
Por José Dionisio Solórzano
Opinión-. “Entrena duro y lucharás calmado; entrena clamado y lucharás duro”, esta frase fue pronunciada por Aleksandr Suvórov, el general que jamás perdió una batalla.
Este militar ruso está en una
selecta lista de los comandantes que nunca vivieron el revés en el campo de
batalla. Fue un hombre curtido y duro, empezó a proyectarse desde que fue
sargento de artillería Highway en el siglo XVIII y llegó a ser “Generalísimo”.
Durante 30 años, Suvórov venció
en todos los combates que llevó adelante, pero ¿cómo logró semejante hazaña?
Fácil, siempre estaba listo para el combate, sus hombres entrenaban, pensaba
cada movimiento táctico y estratégico y jamás se dejó llevar por las emociones
en el campo de batalla.
El llamado “azote” de turco,
franceses y polacos ganó las 63 batallas que libró porque nunca temió que su
oponente lo superara en número, jamás se dejó dominar por comentarios
pesimistas, aunque escuchaba las reflexiones y consejos que le ofrecían, y
siempre prefirió el ataque antes que retiradas tácticas.
Suvórov apostaba por los ataques
rápidos y por la responsabilidad de los soldados. Además, sus tropas lo adoraban
porque se preocupaba personalmente del abastecimiento, enseñaba a los soldados
a tener iniciativa y a pensar, y no los amaestraba como si fueran animales. Dormía
junto a sus soldados, comía lo que éstos comían, y conocía bien sus necesidades
y preocupaciones.
Su libro “La Ciencia de la
Victoria” aún se leen en las academias de oficiales de diversos Estados Mayores
del mundo.
Y lo más sorprendente de su
fuerza, es que fue un militar clásico que nunca se dejó convencer por las
innovaciones técnicas y tecnológicas en el campo militar y se aferró a los
viejos procedimientos derrotando hasta grandes iniciativas técnicas en el ramo
bélico. Y lo hizo, porque ante cualquier amenaza siempre pensó antes de actuar.
Ahora, ¿por qué dedico tiempo en
escribir sobre este General? Porque él es un ejemplo no sólo para el ramo
bélico, sino para las estrategias políticas y comerciales.
Los políticos venezolanos
deberían aprender de Suvórov y no jugar tanto a los movimientos laterales, a
los cuidados excesivos, y sobre todo deberían pensar muchos más antes que
actuar.
Por ejemplo, hoy vemos con
preocupación cómo sabios de panaderías y eruditos de botica, critican acciones
como el ingreso de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR) y otros critican las conversaciones en Oslo, pero ninguno se detiene a
pensar o analizar las razones de éstos movimientos.
Y termino con otra frase del
General: “Se gana con habilidad, no con números”.
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