Acción, nacionalismo y fe
Desde Alta Mar-.
Venezuela está atrapada en una red de creencias ideológicas anticuadas, tejida
por los hilos de los temores doctrinarios y por la carencia de una óptica
centrada en una real dirección para alcanzar la salida de la crisis que
padecemos.
Obstinadamente he
escuchado a más de un representante de la oposición aseverar que el tema ideológico
no le interesa a la gente, sino que éstos solo desean escuchar sobre problemas que está padeciendo.
En cierta medida la
afirmación es correcta, no obstante ese mismo pueblo espera salidas, propuestas
claras para obtener soluciones concretas y eso se obtiene a través de una
visión precisa, diáfana y autentica del pensamiento político que se exprese en
una oferta país diferente al llamado Socialismo del Siglo XXI.
Los seudo-eruditos
que se rasgan las investiduras al decir que “la gente le tiene sin cuidado el aspecto
doctrinario-político”, se olvida que parte de nuestra sociedad se dejó cautivar
por el planteamiento del socialismo a tal nivel que personas que no saben a
ciencia cierta los pormenores del pensamiento marxista-leninista hoy se
autocalifican como tales.
Con esto quiero
esbozar la necesidad imperiosa entre las fuerzas de la democracia de plantear
una alternativa política, social y económica, trazada en un mapa estratégico
ideológico para iniciar la reconstrucción nacional.
El ciudadano no
quiere salir del socialismo para entrar en la nada, por el contrario desea,
aspira, ruega porque se le presente con urgencia una ruta por la cual
enrumbarse.
A Venezuela se le
debe mostrar una opción viable de Gobierno, donde, abarcando todas las aristas
del acontecer político-gubernamental, se alcance la meta de la Venezuela Mejor.
Desde estas líneas
quisiera exponer algunos tópicos necesarios para aglutinar un nuevo
pensamiento.
El nacionalismo es
la vía para rescatar la alicaída dignidad nacional, es la forma de reivindicar
nuestro papel en la esfera internacional, abandonando el triste papel de “la
nación que compra amigos”.
Un nacionalismo que
garantice la producción nacional, a través de inversionistas criollos o
extranjeros, que mueva el campo, la pesca, que garantice la seguridad personal
y colectiva de todos los ciudadanos, que emprenda una reconstrucción total del
país, ladrillo por ladrillo.
Este pensamiento
debe ser característicamente creyente, en Dios esencialmente, y también en el
potencial cultural, social, profesional y emprendedor de nuestros ciudadanos.
Ese nacionalismo
cristiano, activo, digno y pujante es una opción que renovará la sociedad a
base de los principios fundamentales e históricos de nuestra evolución social,
que responda directamente al perfil auténticamente bolivariano.
Ejecutar esta
propuesta necesitará la acción valiente, gallarda y altiva de nuestra
población, un levantamiento de dignidad al estilo caribe, a la manera de la
independencia.
Por esto defiendo
una política de acciones que enarbole las banderas de la venezolanidad, frente
al internacionalismo entreguista del socialismo y ante la dubitativa, débil y
atemorizada visión conformista del izquierdismo dentro Mesa de la Unidad
Democrática (MUD).
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