4F y el hambre

Desde Alta Mar-. “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer, de impedir el alza exorbitante de los costos de la subsistencia, cuando no ha sido capaz de ponerle un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad venezolana…”, estas palabras las pronunció el ex presidente Rafael Caldera con motivo de la sesión especial luego del golpe de estado del 4 de febrero de 1992.

El Dr. Caldera con la clarividencia política que lo caracterizó en breves expresiones dibujó el escenario político de aquel día.

La asonada militar que fue duramente criticada por el entonces senador vitalicio, fue también resultado de las pésimas políticas económicas que estaba llevando adelante el para entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Caldera dijo aquel 4 de febrero que no se le podía pedirle el pueblo que “se inmole” por la democracia cuando el hambre le impedía hacerlo. Hoy podemos retomar la frase del discurso calderista y expresar que el Gobierno de Nicolás Maduro no puede pedirle al “pueblo que se inmole” por una revolución que esparció por todo el país escasez, desabastecimiento y necesidad.
Si la situación de la nación era crítica cuando se levantaron en armas los insurrectos y golpistas del 4 de febrero, hoy luego de 16 años de revolución la realidad venezolana es insoportable.

Ayer la crisis desatada por la megalomanía presidencial, el malestar social producido por el proteccionismo económico de Jaime Lusinchi y llevado al paroxismo por las medidas  neoliberales de Pérez, fueron la justificación perfecta para que unos ambiciosos de camuflaje y boina roja intentaran asaltar el poder a punta de bayonetas.

El hambre, decía Caldera, inmovilizó al pueblo aquel 4 de febrero, la difícil situación devenida por las medidas del “Paquetazo de Pérez” evitó que la población saliera a defender la libertad y democracia amenazada por los golpistas; 23 años después podemos afirmar que el hambre exacerbado que padece el pueblo está llevando a millones de venezolanos que creyeron en el proyecto supuestamente revolucionario a abandonar esas filas y engrosar la lista de los millones de ciudadanos que quieren un cambio.

La situación país en el año 2015 es mil veces peor a la padecida en los días de febrero del 92. Hoy las fuerzas que ostentan el Gobierno celebran con bombos y platillos un intento de tomar del poder por la violencia, celebran los muertos y los heridos.  

El 4 de febrero fue un día oscuro para la historia nacional y no solo por la intentona inconstitucional sino por la pasividad de un pueblo para entonces cansado de la corrupción.

Los síntomas han empeorado en estos 23 años, hoy existe más corrupción que ayer, hoy hay más inmoralidad en el poder, en el presente el pueblo tiene más hambre y dolor.

Caldera tenía razón. Un pueblo con hambre no puede inmolarse por la democracia, y un pueblo con hambre no soporta más los engaños de una revolución.


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