A veces somos ciegos

Desde Alta Mar-. En una ocasión el Papa Juan XXIII se topó con un niño invidente, Su Santidad se acercó a él y le dijo que era el Sumo Pontífice que lo saludaba y bendecía, el niño en su inocencia le contestó “Santo Padre, no puedo verlo” a lo que agregó el Obispo de Roma, con aquella bondadosa visión que lo caracterizó,  “a veces todos somos ciegos”.

Angelo Giuseppe Roncalli, quien dedicó su vida a la labor cristiana de la piedad y a llevar la buena nueva de la palabra de Jesucristo, conocido como el Papa Juan XXIII, atinó a decirle a aquel niño ciego que “he mirado a tus ojos con mis ojos. He puesto mi corazón cerca de tu corazón".

En muchas oportunidades los seres humanos somos ciegos ante las injusticias que nos rodean, preferimos ver hacia otro lado antes que actuar para hacer prevalecer la justicia entre los hombres.

Aquí en Venezuela existen muchos “ciegos” que  se obstinan en negar la realidad que nos rodea, aún persisten muchos venezolanos que a pesar de la grave situación política, social y económica que se vive en el país, siguen esperanzados en una ilusión que hace mucho tiempo quedó derrotada y agotada ante el peso del fracaso de sus creadores.

Somos ciegos al obviar, negar o desestimar el impacto cada vez más fulminante de la política de destrucción social y psicológica que lleva adelante el madurismo.

A través de la ruina  moral colectiva y empleando métodos de aniquilamiento de la ética como sociedad, el régimen de Maduro pretende edificar entre los escombros su trono de huesos, llanto y desolación.

Somos ciegos cuando nos reducimos a visiones necias y poco realistas, cuando esperamos del Gobierno una actitud honrada y democrática. Actuamos movidos por la ceguera cuando no actuamos diligentemente en la tarea de la construcción de la Unidad por encima de cualquier otra pequeñez divisionista y personalista.

Existen muchos  dirigentes políticos que se enfrascan en visiones cada vez más miopes, cuando se centran en aseveraciones vacías o en sectarismos castrantes.

A veces somos ciegos cuando no logramos ver más allá de nuestras narices y nos alejamos de los grandes horizontes de la vida, que siempre van de la mano del bien común y del desarrollo sin exclusiones de la justicia social y el equilibrio del hombre como centro de la sociedad.

Hoy en nuestro país persisten varios temas tabú que no son abordados con la sinceridad del caso.

Por ejemplo, hace algunos meses leía unas declaraciones de Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática (AD), quien aseveraba que “quienes se vayan por la tercera vía serán convertidos en polvo cósmico” a lo que nadie respondió, y he allí parte de la ceguera política, recordándole el episodio de su propia esposa quien fue candidata ajena a la Unidad y quedó “hecha polvo cósmico”.

Somos ciegos, sordos y hasta mudos al frente las pretensiones milimétricas de un régimen que está claro en su propósito de transformar completamente nuestra sociedad en una nación autoritaria.

No obstante, seremos ciegos hasta el día que decidamos abrir nuestros ojos y ver que Venezuela sí tiene un futuro democrático, el cual depende de nosotros.


Como dijo el Papa Juan XXIII “si Dios creó sombras es para destacar mejor la luz”.

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