Pensiones y corralito
Desde Alta Mar (Puerto
La Cruz)-. Llegó el día de
la pensión. Eran las 4 de la mañana y ya una cola inmensa se había creado a las
puertas del banco.
Abuelos y abuelas
se agolpaban esperando que se hicieran las 8:30am. Algunos empezaron a comprar
vasitos diminutos de café con unos precios que los escandalizaban.
Iba avanzando la
jornada y el tema político no se hacía aguardar. Los señores y señoras
rememoraban aquellos tiempos idos donde las cosas rendían, cuando la vida era
más sencilla y cuando ellos gozaban de la felicidad de los años mozos.
En la medida que
la cola se hacía cada vez más larga, los madrugadores se encontraban con otros
contemporáneos que llegaban atrasados. Así el sol despuntó y la mañana aclaró.
Los empleados del
banco llegaban goteados a ubicarse en sus puestos de trabajo, mientras aún el
ambiente olía a café, ahora mezclados con el aroma de humo de tubo de escape, y
los cornetazos de choferes apurados.
Algunos de los
abuelos echaban chistes, mientras un grupo de abuelas se arremolinaban en torno
a un teléfono inteligente mientras veían en su pantalla la nieta de una de
ellas que le había enviado una foto.
Algunos ojeando el
período, otros escuchando radio y peleando con el gobierno luego de escuchar
los análisis periodístico de César Miguel Rondón.
Ya eran las
8:30am, y como ellos son puntuales iniciaron la pelea. Reclamaban la tardanza
del inicio de operaciones de la entidad bancaria.
A las 8:39am las
puertas del banco se abrieron y ellos entraron con mucho desorden y con el
donaire de quien los años le da autoridad moral sobre toda índole.
Al cabo de unos
instantes empezaron los rumores. En la
cola se escuchaban los comentarios de que “solo van a pagar hasta 30 mil
bolívares”, en la medida que iban pasando los clientes octogenarios y septuagenarios el dinero se iba agotando y el monto
a retirar fue reduciendo hasta llegar a la cifra de cero bolívares.
¿Cómo es posible que
no paguen completo y de paso dejen de pagar a media mañana? Esta fue la
interrogante que los abuelos se formularon de manera airada con un rostro
evidentemente descompuesto.
Los señores de la
tercera edad aguardaron hasta el arribo del camión con el efectivo, promesa
hecha por los cajeros. Los minutos se transformaron en horas y la excusa de los
trabajadores del banco era que las “protestas no dejan que el camión pase”.
Transcurrido el mediodía,
uno de los encargados del lugar, se armó de valor, y en medio de aquel enjambre
de personas enojadas y cansadas, dijo: “señores vengan mañana, el camión no
viene, y no es por la protesta sino porque no hay planta”.
Los ancianos se
transformaron. La cólera les nubló el pensamiento y enrojeció sus rostros. A
pesar de ello se fueron y la historia se repitió como en dos ocasiones más.
Este relato cuenta
una realidad. Estamos en medio de un
corralito financiero, los venezolanos no tienen acceso al efectivo, en parecida
magnitud a lo que vivimos a finales del año pasado, con la diferencia que el
billete de 100 Bs sigue en la calle, y más vivo que nunca, y el nuevo cono
monetario ya está en circulación.
Esto indica que el
Gobierno está quebrado y por eso retiene el dinero de los venezolanos. Así de
simple.
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