Hitlerismo y la manipulación de masas

Columna 2: Mar de Leva

Sin duda alguna fue el fenómeno del hitlerismo, del nazismo, quien mejor entendió el proceso de manipulación de masas y su repercusión en la estabilidad de los gobiernos que poseen su base principal en la aceptación popular sin chistar del pensamiento y acción de los gobernantes. Adolf Hitler, mediante la labor propagandística y comunicacional que llevó adelante Joseph Goebbels, logró afinar los detalles de una política psicológica que conllevó al modelo fascista alemán a ser amo y señor de la nación germánica y de gran parte de Europa.

Hitler aventajado discípulo de Benito Mussolini y sus camisas negras, adoptó de su ídolo los ideales básicos de aquella nueva “fe” política que emergía como respuesta al comunismo y solución a la “decadente” democracia occidental a principios del siglo XX. Comprendió, el alumno alemán, el papel de los medios de comunicación, los cuales utilizó a su antojo, con la ayuda del cojo Goebbels, se ideó una lista de los principios de la propaganda Nazi: Principio de simplificación y del enemigo único, método del contagio, transposición, exageración y desfiguración, vulgarización, orquestación, renovación, verosimilitud, silenciación, transfusión y unanimidad, que a la postre serían una biblia para el manejo de las masas y la proliferación de mensajes que tuvieran gran incidencia en la opinión pública.

Los nazis fueron maestros en interpretar y manejar la opinión del colectivo, pero desde una óptica individual, estudiaron los anhelos y expectativas de la mayoría de la población y la insertaron en sus mensajes políticos y propagandísticos. Se convirtieron en la panacea de toda Alemania, transformándose en el único partido político que sentía a las bases del pueblo alemán.

El pueblo germánico, afectado por el resultado de la I Guerra Mundial, sus décadas de división entre Austria y Alemania, la crisis económica y la descomposición social que siguió después de la firma del pacto de paz de Versalles, fue el terreno fecundo y arado que consiguió el nazismo para sembrar su semilla, empleando las más novedosas técnicas de psicología que aceleró el proceso de dominio popular y político que engendró en Adolf Hitler al paladín de las clases medias empobrecidas.

Las comunicaciones políticas no pueden ser entendidas en la actualidad sin conocer las inclinaciones emocionales de los públicos metas, sin prever delicadamente las movilizaciones psicológicas de la comunidad e insertar estas informaciones en la estructuración del mensaje nuevo y manipulador que se divulgará a través de los diferentes medios de difusión.


Un ejemplo de ello en la Alemania Nazi fueron los discursos preparados de Adolf Hitler, primeramente debemos conocer que el líder de la extrema derecha alemana no pronunciaba discursos improvisados, todos eran aprendidos de memoria, y cada una de sus palabras y expresiones corporales eran previamente estudiados y ensayados, debido a que cada uno de ellos buscaban consolidar el mensaje manipulador, reforzando la imagen de éste y de su ideal de gobierno.

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