Agresión, cobardía y censura

Mar de Leva-. Dedicaré las próximas líneas a realizar un acercamiento a los constantes riesgos que están asumiendo los periodistas y reporteros gráficos en la realización de sus funciones laborales en el convulsionado mundo polarizado de la política venezolana.

Hace apenas unas horas dos fotógrafos de dos medios locales en el estado Anzoátegui, al oriente de Venezuela, sufrieron la agresión de un grupo de afectos al Gobierno de Nicolás Maduro.

El delito de los trabajadores de la comunicación fue acudir a una actividad que estaba llevando adelante el diputado nacional, Richard Arteaga, de la organización Primero Justicia.

No es la primera, y posiblemente tampoco la última, que hordas de seguidores del Psuv atentan contra la vida y la integridad física de reporteros, fotógrafos y camarógrafos.

El número de ataques en contra de la prensa libre ha sido tal que el oficialismo se ha dado la tarea de instruir a un grupo de personas denominados “comunicadores populares” para realizar un seudo-periodismo ofensivo para despertar reacciones entre los acólitos de la oposición y así aseverar que éstos son los violentos.

No obstante, la realidad es que constantemente  quienes ejercen la responsabilidad de informar al país y al mundo de lo que acontece en Venezuela son objetos de agresiones físicas, verbales y hasta psicológicas.

La represión y el hostigamiento al ejercicio de la profesión ha llevado a que se profundice la autocensura y la censura como medio de acción normal en una nación donde las libertades públicas y el Estado de Derecho cada vez se parecen más a una quimera.

Luego del episodio que relaté, que solamente es una gota en un océano de atropellos en contra del periodismo, se generaron varias reacciones que son dignas de comentar y evaluar.

Primeramente se despertó una ola de solidaridad plausible y que nos llena de orgullo a todos aquellos que nos hacemos llamar periodistas de verdad. También salieron alrededor de la noticia varias posiciones que lucen ilógicas.

Leí que: “el culpable es el diputado que convocó a los medios a una actividad de calle, donde se iban a presentar problemas… debió realizar la denuncia en una rueda de prensa”.

Ahora bien, según esa afirmación los periodistas no pueden estar acudiendo al lugar de los hechos, porque los convocantes a la actividad son los culpables y nos los agresores.

El periodismo no se puede realizar en cuatro paredes. Quienes afirmen que los comunicadores no pueden acudir a una actividad porque puede ser atacados, desconocen la esencia del carácter de informar, el amor a la adrenalina informativa.

Éste ignora que el sitio, el ambiente, palpar, ver y oír forman parte de las herramientas del sabueso periodístico. Simplemente el comentario busca autocensurar la actividad diaria del periodista.

También  es necesario criticar que el diputado, convocante de la actividad, no fue lo suficientemente solidario que debió ser, porque según relatan algunos de los colegas presentes, éste salió corriendo, cual cobarde, en las “primeras de cambio” dejando atrás suyo a los reporteros rodeados por las bandas de agresores del oficialismo.


Así como el periodista no puede abandonar la calle, y lo afirmo como reportero que fui y que sigo siendo en lo más profundo de mi fibra de comunicador social, tampoco los voceros de la actividad que está siendo agredida pueden dejar desamparados a aquellos que acudieron a su llamado. 

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