La ética política
Desde Alta Mar-.
Estas siguientes líneas pudieran incomodar algunos dirigentes políticos del
país, y sobre todo en la zona norte de Anzoátegui,
por esta razón les recomiendo a aquellos que pudieran ser susceptibles a
ahorrarse la molestia de leer estas líneas.
Es más, les digo,
no quiero que las lean aquellos que han hecho de los antivalores su forma de
hacer política.
Las siguientes
palabras no están dirigidas hacia aquellos actores partidistas que se olvidaron
que el ejercicio político es para servir y no para servirse.
Este artículo será
una herejía para aquellos que han edificado su templo en los lodazales de la
mezquindad y el egocentrismo.
Con estas letras
quiero hacer un llamado de atención a los venezolanos y aún más, y
puntualmente, a los habitantes de Anzoátegui. Aquí la ciudadanía debe tomar
consciencia de quiénes son los actores de la vida pública y evaluar al dedillo
sus acciones.
¡Basta ya! Es hora
de recordar ciertas cosas. Los venezolanos no estamos para seguir esperando de
la bondad de aquellos sectarios que desean ser alcaldes, diputados y demás.
Salvo ciertas
excepciones de liderazgos firmes, a pesar de los tropiezos, existen algunos
seudo-dirigentes que se ufanan en ser los sempiternos aspirantes.
Es el momento para
decirles a quienes se mantienen esperanzados en seguir cerrando espacios a
generaciones emergentes a que se retiren de la escena, por lo menos como
candidatos, y abran los caminos para el desarrollo de nuevos liderazgos, más
frescos y renovadores.
Y con esto hablo de
los estudiantes y también de aquellos que no estando en la flor de la vida, son
noveles en el mundillo candidatural y puede aportar nuevas visiones a la ya monótona
cadena de declaraciones.
A ellos, que no
quieren despegarse de las plazas u opciones electorales, les diré que la acción
política no se centra en las campañas o en ganar o perder alguna elección, esto
es simplemente una de las formas que se emplean para el servicio público.
Cuando un hombre o
mujer decide dedicarse a la política, lo mueven dos diferentes iniciativas, el
de hacerse poderoso y rico, o el de ayudar a los demás.
Tal vez existen
visiones diferentes entre aquellos que desean contribuir a hacerle al pueblo la
vida mejor, aunque siempre estarán unidos en la acción desinteresada de la
labor caritativa, bondadosa y cristiana hacia el prójimo. Mientras aquel que se
centra en las apetencias más mezquinas es simplemente un amoral que expresa su
patología en la arena política.
Ante esto le hago
un llamado abierto a aquellos que tienen candidaturas por consenso dentro de la
Mesa de la Unidad Democrática para que cesen en sus aspiraciones y den la más
grandiosa demostración de desprendimiento cediendo sus postulaciones a los
presos políticos.
Aquí en Anzoátegui
se ha informado sobre la candidatura consensuada en Barcelona, ante lo cual me
atrevería a solicitarle a quien hoy funge como abanderado unitario por pactos
que haga un acto de constricción y arrepentimiento dándole paso a la justa y
reivindicativa postulación de Gerardo
Resplandor.
Si lo hiciese estoy
seguro que los jóvenes, que las madres, que todos los demócratas del país se lo
reconocerán, de lo contrario alzará, entre sus temblorosas manos, las banderas
de la inmoralidad política.
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