Los Papas vs. El comunismo

Desde Alta Mar-. Algunos temerarios han calificado de “comunista” o “socialista” a Su Santidad Francisco, el actual jerarca de la Santa Madre Iglesia Católica, por ende, me tomaré las siguientes líneas para recordar algunos aspectos de la batalla ancestral del Papado contra el comunismo.

Durante el siglo XIX y XX se empezó a forjar en el espíritus de algunos filósofos una pensamiento político centrado en el materialismo, la lucha de clases, el obrerismo y el ateísmo, aquellas ideas dieron a luz al comunismo o socialismo científico.

Desde el primer momento la doctrina esbozada por Karl Marx y Friedrich Engels se presentó adversa a las creencias milenarias de la fe cristiana, nacida de los mismísimos evangelios que hablan sobre las enseñanzas de Jesucristo.

El Papa León XIII, a través de su encíclica Rerum Novarum, planteó formalmente y con una alta profundidad filosófica, política, social y teológica una visión de sociedad que enfrentaba al mismo tiempo al ateísmo deshumanizante del comunismo y al ateísmo egocéntrico e individualista del capitalismo.

Su Santidad León XIII habló de los trabajadores, de sus necesidades sociales y económicas, de las injusticias en los modelos de producción centrados en el capital y además de aquellos sistemas económicos que en nombre de una revolución obrera someten a los trabajadores a una dictadura no alejada de Dios sino opuesta a Él.

Mientras el Comunismo sentenciaba a la Iglesia como su oponente, la fe buscaba su camino de lucha en la caridad, el amor, la justicia y sobre todo en la fe de los hombre hacia el Señor.

La Segunda Guerra Mundial, que sirvió como un cese en la pugna política entre el occidente democrática y capitalista con relación a la hoy extinta Unión Soviética, también fue un lapso de respetuoso y distante roce entre la Iglesia y los regímenes rojos.

Al término de la Segunda Guerra Mundial los comunistas arreciaron su ataque en contra de la Iglesia, encarcelando, torturando, martirizando a los católicos, tanto sacerdotes y laicos en todas las naciones bajo su control.

San Juan XXIII, también acusado de socialista en sus tiempos, emprendió una cordial aunque decidida acción para minimizar la influencia soviética y así mantener a la Iglesia al servicio de los creyentes y no creyentes.

Juan XIII, el Papa Bueno, fue diplomático, sutil, renovador puertas adentro en la curia, mas siempre defendió a los pueblos que sufrían por mano de los autoritarismo de izquierda, derecha o ambidiestros.

Luego San Juan Pablo II, el Grande, víctima de los nazis primero y luego de los soviéticos en Polonia, su tierra natal, fue más frontal en su posición hacia los comunistas.

Se enfrentó en ellos en Polonia, siendo un factor fundamental en la liberación de aquel país. Inclusive mucho se ha hablado sobre la mano soviética y el atentado que Su Santidad sufrió en la Plaza San Pedro.

El Papa pelegrino viajó por el mundo llevando su mensaje de esperanza, fe y libertad. Caminó por la extinta Yugoslavia y condenó el genocidio que serbios y bosnios protagonizaron en aquella infausta hora.

¡Ahora bien! Hoy Francisco sigue la línea de los santos Juan XXIII y Juan Pablo II al defender la iglesia, al renovarla puertas adentro y en impulsar el mensaje cristiano para los pobres, tal y como lo predicó nuestro Salvador.


El Papa Francisco no es comunista, él habla de los pobres porque así lo dicta el Evangelio y nos enseñó Jesús.

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