Ética en las comunicaciones

Columna 2 Mar de Leva

El mundo del periodismo y las comunicaciones corporativas e integradas está revestido, como todo campo profesional, del rigor sistemático de la ética. Es el deber ser y la moral en las acciones que adelantamos lo que marca sin lugar a dudas el buen desempeño del trabajo comunicacional.
Cuando pareciera que "el ser" se impone en la actualidad al "deber ser", cuando se van olvidando los valores en los cuales se fundamenta la comunicación institucional, ante el evidente deterioro de los principios de acción ética, vale hacer un exhorto a aquellos quienes persisten en esta actitud para que depongan sus motivos y visiones erróneas.
Se debe recordar que así como el médico, cuando ejerce su profesión, posee en sus manos la vida del paciente, de esta misma forma el comunicador posee en su pluma, a través de su cámara, frente al micrófono, o en la redacción de un plan comunicacional corporativo la responsabilidad de la "salud pública" de un conglomerado, el mal uso de las herramientas comunicacionales pueden afectar irreversiblemente tanto al público meta, como a la institución que emite el mensaje, proyectando una grave crisis.
En muchos casos el estudio de la deontología no es lo suficientemente profundo y agudo para algunos estudiantes de comunicación que no terminan de comprender el importante rol que jugaran en la construcción de la sociedad que todos ayudamos, día a día, a edificar, al momento de salir de las aulas de clases de las distintas universidades.
Cuando un comunicador social comienza a trabajar tanto en el área del reporterismo de calle, como responsable de las comunicaciones de una organización, de un partido político y/o en una campaña electoral, debe primeramente ser sincero sobre sus propias facultades experimentales, debe ser un cartesiano decidido y activo, de lo contrario condena al fracaso su desempeño y la meta última de su labor.
Todos quienes profesamos y amamos esta profesión debemos hacer votos reales de protegerla de las desviaciones que ha sufrido en los últimos años, de profundizar el estudio de su disciplina como un arte del pensamiento y por encima de todo promulgar y hacer cumplir los basamentos éticos de esta labor que realizamos de lo contrario estamos próximo a desaparecer como profesión y retornar a la calificación de simple y llano "oficio".

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