De ídolos a leyendas
Mar de Leva-. ¡Ídolos
políticos! Antiguamente la popularidad era parte de la dinámica del poder. La
política en la República Romana llevó a un ambicioso general a escalar peldaños
hasta que se convirtiera en el “Emperator” y a su paso los romanos, con la mano
derecha alzada, repetían “salve Julius Caesar”.
Ser un ídolo es un sueño de cada
político tanto en los días de la República Romana, como en los tiempos de la
Democracia Griega, hasta pasar por cada uno de los tiempos que se han vivido a
lo largo de nuestra rica historia universal.
Existen los dirigentes, hombres y
mujeres que forman parte de un movimiento y por “meritocracia”, lealtad o
coyuntura saltan al poder en determinado momento. También están los jefes
políticos que son aquellos que toman por autoridad, por “Don” de mando la
batuta de algún movimiento o partido, muchas veces detrás del trono.
Políticos como Fouché, Cardenal
Richelieu, Conde de Saint Germain, entre muchos más, han sido de esa estirpe de
políticos que se centraron en las técnicas de manejar los hilos del poder desde
las sombras.
No obstante existen los líderes
carismáticos y convincentes, esos que llegan a ser presidentes y dejar un
recuerdo agradable entre sus simpatizantes.
Aunque el mayor de los retos para
un actor político es convertirse en leyendas. Pocos políticos han logrado
escalar hasta la cima de la montaña de la inmortalidad política.
Alejandro Magno, Julio César,
Aníbal, en los tiempos mitológicos Aquiles, George Washington, Simón Bolívar,
Napoleón Bonaparte, Adolf Hitler, Benito Mussolini, hasta el mismísimo Fidel
Castro han podido subir hasta la cumbre del “olimpo político”.
¡Ser leyenda! Recientemente
pareciera que el ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se convertirá en una
leyenda para sus contemporáneos y para los que vienen atrás.
La pregunta en este caso es si su
recuerdo legendario será positivo o negativo. ¡Ya veremos!
Como está de moda el fútbol por
la recién culminada Copa del Mundo en Brasil, es idóneo para realizar un
parangón. El universo del balompié está repleto de ídolos que en su momento han
emocionado a propios y extraños, no obstantes las leyendas de todos los tiempos
son, y seguirán siendo por muchos años más, Edson Arantes do Nascimento,
llamado Pelé, y Diego Armando Maradona.
Estos dos futbolistas son
leyendas, vencieron pronósticos, derrotaron obstáculos, pudieron doblegar los
conceptos de su época y por eso son parte de la historia más increíble de ese
deporte, igualmente ocurre con George Herman Ruth, mejor conocido como “Babe
Ruth”, el “Gran Bambino” del Béisbol de Grandes Ligas.
De igual manera ocurre en la
política, de vez en vez, surge de la nada políticos con las condiciones
necesarias para transformarse en una leyenda.
Pero, ojo, las condiciones
innatas son necesarias aunque no suficientes. En este momento para que un líder
con las características necesarias se transforme en una leyenda debe adaptarse
a los nuevos escenarios de las comunicaciones, debe estar en la vanguardia en
los métodos de interacción con ese público, con esos electores, con esos fanáticos,
que los transformarán en leyenda.
Para ser legendario debes causar
el efecto necesario para que hablen de ti, y debes difundirlo lo más posible
para que tengas el más profundo efecto entre los públicos meta.
Es decir, en este momento en el
siglo XXI, las leyendas viajan por la carretera de las comunicaciones políticas,
con la rapidez de las comunicaciones digitales, y con el volante de la
psico-política, de lo contrario el camino será tormentoso y terminarás en una
profunda decepción.
Twitter: @jdsolorzano
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