Tierra cafetalera

Desde Alta Mar-.  - ¡Buenas! ¡Buenas!... Vecina tendrá  un poco de café que me regale. No es un invento, así pasó.

Los venezolanos de hoy tenemos que estar mendingando por todas partes un “poquito” de tal o cual cosa porque la escasez pesuvista se instauró en un país que era rico y que los socialistas lo han empobrecido.

No era extraño ver antes, sí en los tiempos de la mal llamada cuarta república los anaqueles de los diferentes centros de expendio llenos de paquetes de café de las distintas marcas y sabores.

Hoy la pelea por el café es parte de ese día a día de nuestras amas de casa. La cual se suma a la búsqueda de harina precocida, pañales, arroz, mantequilla y demás artículos que desaparecen por obra y gracia del socialismo del siglo XXI.

Lo sorprendente es que Venezuela esté carente de café, cuando en su momento éste producto fue la principal mercancía de exportación de nuestra tierra.

“El primer cafeto llegó a Venezuela, sembrado por misiones españoles asentadas en la cuenca del río Caroní en 1730, traído desde Brasil, a donde había llegado a su vez desde Surinam o Cayena. Allí lo recibieron, asimismo, de Martinica y Guadalupe” cito.

Para 1924 el estado Táchira pasó a ser el primer productor nacional de café, con un 28,73% del total nacional, seguido por Lara (13,94%) y Mérida (12,28%). El estado Trujillo, también andino, produjo un modestísimo 0,26%, pero para 1937 contribuyó con un 13,86% de la producción nacional. El cultivo había encontrado en los Andes su tierra de gracia, pero también de drama.

Lo cierto es que el drama de este producto se fue acentuando a medida que aparecía el petróleo, éste fue suplantando cualquier otro rubro de comercialización y de exportación.

¡Éramos ricos! Así se decía al momento de explotar los torrentes de crudo en los primeros pozos perforados y al son de los taladros los campos venezolanos se fueron despoblando.

A pesar de esto las modestas cosechas de café que existían permitían en cierto modo satisfacer en un porcentaje la demanda nacional, esto fue así hasta la llegada del llamado socialismo del siglo XXI.

En 15 años, y eso que tanto han hablado del campo y de los campesinos, los socialistas destruyeron nuestro ya menguado poder agrícola, haciéndonos cada días más dependiente de la economía de puertos y de la capacidad de compra que tengamos.

Y el café no escapó a semejante distorsión.

Hoy los venezolanos, en la casa, en la oficina, en la calle, sufrimos para la compra de este producto que desde hace mucho forma parte de nuestra forma de vivir.

En la actualidad tenemos que mendingar café a los vecinos, hacer largas colas para comprarlo o hacer milagros para poder disfrutar de esa tacita de café olorosa y humeante que nos despierta en las mañana, que nos ayuda a bajar la comida al mediodía y forma parte de esa pequeña pausa laboral y de oficio de la tarde.



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