Religión vs. Fe en las comunicaciones
Mar de Leva-. La religión en las comunicaciones políticas es uno de
los ingredientes más idóneos para lograr posicionarse en un sector, con más o
menos influencia según el país, de los públicos metas de una campaña electoral.
Es tradicional escuchar en los
políticos palabras como: "Dios"
"Providencia" "Amén" "Altísimo" "Celestial"
normalmente acompañadas por el calificativo "bien" para diferenciarnos del "mal" que es caracterizado por nuestros oponentes.
La religiosidad, término correcto
en este caso, es empleada para "santificar"
el discurso político y cubrir con un manto de misticismo al líder y a todos sus
seguidores.
Todos podremos recordar el
discurso del ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, George Bush
(hijo), cuando informaba sobre el inicio de su "guerra preventiva contra el terrorismo" al aseverar que "ellos, los malos, necesitan que nosotros,
los buenos, actuemos para detener sus pretensiones".
A tal fin muchos, antes y después
de él, han utilizado la segmentación de "buenos y malos" para impulsar los conceptos de su discurso
elevando a los "altares políticos"
las tesis y propuestas de "nosotros"
mientras que "ellos" son
colocados a la altura del mismo hades.
La religiosidad, las evocaciones
a Dios, Jesús, los santos, la Biblia y demás, son parte de los ingredientes en
la edificación de la heroicidad de un dirigente político en medio de una
campaña electoral o coyuntural.
Hugo Chávez llenó su discurso de
elementos de religiosidad “irreverente”. El portal Hechos & Opiniones en un
estudio que realizó en el 2013 lo esbozaba de la siguiente manera:
“Es reiterativo en el discurso descalificar cualquier parte de la
simbología cristiana lo único que rescata es el nombre Jesucristo con su
liderazgo histórico, a partir de allí construye una nueva imagen y propuesta
religiosa basada en lo que él considera como verdadero frente a lo que la
historia a presentado por una ‘minoría explotadora de los pobres’, esa nueva
imagen de Cristo es ‘socialista’, ‘rebelde’, ‘revolucionario’, ‘justiciero’ y
hasta argumenta su proyecto con expresiones disfemisticas como ‘Dios no se arrecha
con la revolución’”.
La FE, en cambio va más allá que
los términos de religión, es decir, este indica la confianza que genera el
líder, en la construcción de una FE alrededor de un pensamiento político.
Cautivar al elector,
transformarlo de un simple votante a un creyente, este es el objetivo de la FE
en el proceso comunicacional político.
La simbología es indispensable
para la creación de una nueva FE política, los primeros en alcanzar estos
niveles fueron los fascismos europeos, esencialmente el nazismo alemán, que
elaboró en torno a Adolf Hitler, la esvástica, la ópera Richard Wagner, y demás
elementos una religión de Estado, donde el Nacional Socialismo se erigió como
la “verdadera fe” de millones de germanos.
El comunismo en muchas partes del
mundo también alcanzó estos niveles.
En América Latina el peronismo en
Argentina mutó a una fe de millones de argentinos que ven como dioses del
Olimpo al General Juan Domingo Perón y a la “santa” Evita.
En Venezuela, antes de Hugo
Chávez, se habían presentado esbozos de religiosidad o fe política, el caso de
que “adeco es adeco hasta la muerte y si
en el cielo también se vota allá voto blanco” de Acción Democrática es un
ejemplo de ello y la campaña del Dr. Rafael Caldera de 1993 cuando en los
cerros de Caracas se veían casas humildes colocando fotos del líder
socialcristiano con una vela al frente como si éste fuese un “santo”.
Con el ex presidente Chávez el “socialismo” o el “chavismo” se convirtió en una FE para millones de venezolanos, la
cual se ha venido deteriorando ante la pésima conducción política de sus
antecesores, dando pie a que muchos de los “devotos”
al chavismo vean los errores del régimen y se distancien de éstos, aun
manifestando que “con Chávez era
diferente”.
Una cosa es la religiosidad en el
discurso y otra es la construcción de una FE política. ¡Ambas son efectivas!
Twitter: @jdsolorzano
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