Diálogo público

Mar de Leva-.  El elector de hoy posee un deseo de ser escuchado, de expresarse, de permanecer a eso que llaman el siglo XXI, es pocas palabras: a comunicarse.

¿Esta necesidad social ha cambiado al votante? No, sigue siendo el mismo no obstante con algunos aspectos que sí han mutado en su percepción de su concepto de comunidad.

El votante de esta generación es global, está cargado de información, necesita expresar y sentir aunque sea leventemente que posee el control, que no es sencillamente un borrego que va al matadero electoral.

Esta situación de la sociedad actual obliga a los analistas de campaña y asesores a reformular sus estrategias para el manejo de los procesos comiciales.  

A finales del siglo XIX y todo lo que fue el siglo XX nuestros electores, nuestros pueblos, tenían la necesidad de formar parte de un movimiento de masas que fuera superior a él, tenía la urgencia de permanecer a algo, no sabía a qué pero sí a una estructura que lo superara.

De allí se desprenden movimientos tan poderosos como el comunista y el fascista que en su momento le dieron al elector esa sensación de comunidad global, monolítica y firme que tanto ansiaba.

Hoy, con los modernos medios de comunicación, con la carga de datos que le llegan a cada ciudadano con intervalos de segundos, las prioridades de éste han cambiado drásticamente.

Ya, el elector, no es aquel integrante de la masa, de la comunidad, del colectivo, ahora se siente como un individuo con características autónomas, diferente a los demás, que busca a como dé lugar a manifestarse, a ser escuchado y atendido en sus demandas.

¡Entonces! Señores las campañas se tienen que entablar como un diálogo permanente, de intercambio de información, donde el simpatizante, el militante, se sienta útil, se sienta incorporado en el proceso electoral rumbo a la “victoria”.

Los medios digitales como las páginas web, los blogs, las redes sociales y demás plataformas han acelerado el proceso de protagonismo real de los votantes en el debate público y lo más increíble es que éstos cada día desean, añoran, más y más presencia en el diálogo social.

Los candidatos en medio de esta avalancha de participación tienen que estar cercanos a sus votantes, conversar con ellos, entablar un diálogo que transcienda y donde el aspirante logre crear la empatía que los públicos metas esperan.

¿Ya no es posible la persuasión del elector? Claro que sí, lo que ha evolucionado es la forma en cómo hacerlo, ya las viejas técnicas han quedado atrás y otras se han moldeado a las necesidades de las nuevas sociedades que viven inmersas en la selva de la tecnología moderna.

Así como la radio transformó los procesos políticos y así como la televisión revolucionó los conceptos de campaña, de esa misma forma el internet en sus distintas presentaciones se ha apoderado de la forma en que nuestros pueblos se desenvuelven.

De allí que todo líder y/o dirigente tenga la obligación de hablar con sus electores, de escucharlos, de oír, de incorporarlos en la planificación de la campaña.

Ya  el elector no es aquel que iba inerte a una concentración, acto o mitin, a mover su bandera, a aplaudir y a gritar las consigas de quien es objeto de su apoyo, sino que ahora él tiene que sentirse parte de la conducción del proceso, de una pieza clave en el engranaje que logrará el “triunfo”.

El elector dejó de ser masa para transformarse en la unión de una serie de factores que aunque independientes forman un cuerpo que se mueve hacia la dirección que la buena estrategia política del comando de campaña lo dirija.


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