Del Chikungunya al ébola

Desde Alta Mar-. Es sorprendente escuchar hablar algunos atrevidos dirigentes del gobierno sobre el ébola, y de “como se preparan para combatirlo”.

¿Será que ellos piensan que nuestra gente es desmemoriada y ajena de lo que sufre constantemente en los diferentes rincones de Venezuela?

Cómo carrizo, para no decir otra cosa, creen que van a preparar para combatir una enfermedad tan devastadora como el ébola cuando ni siquiera han podido detener el incremento de los casos de Chikungunya en el país.

Cada día son más los casos que venezolanos de los centros urbanos y rurales, de todas las clases sociales, que están sufriendo por la patología que ocasiona la picadura del llamado “mosquito tigre”.

El Gobierno ha sido derrotado en la batalla en contra de Chikungunya y a pesar de ello poseen el descaro de hablarnos de su “preparación” para el ébola.

Dios nos proteja de esa enfermedad terrible, que Él nos vea con ojos de Misericordia y aleje de nuestro territorio, como del resto del mundo, este mal escalofriante.

Nuestro sistema de salud, tan maltrecho por 15 años de golpes, de vejaciones y desidia, no está apto para enfrentar un mal como el que está asolando trágicamente a los africanos.

Escuchar hablar a los comunistas de Cuba y Venezuela de los medios para enfrentar el ébola nos obliga de detenernos y a pensar rápidamente en cómo viven actualmente estas naciones.

Los cubanos como los venezolanos estamos subyugados por un par de regímenes que han condenado, sin el menor de los remordimientos, al hambre, la necesidad y la opresión a millones de seres humanos.

¿Cómo puede hablar de ayuda humanitaria aquellos que son los causantes de sufrimientos colectivos y prolongados en sus propias tierras? He aquí un ejemplo de la hipocresía de un marxismo que  se mantiene en medio de sus mentiras y promesas de cartón.

Hoy en día nuestro pueblo está sufriendo por enfermedades, por el hambre y la escasez de medicamente que se agudiza en la medida que el Estado apenas se encarga de colocar pañitos de agua tibia para frenar las necesidades arrolladoras de 30 millones de venezolanos.

Anunciaron hace unos días la llegada al país de una aparente gran cantidad de acetaminofén no obstante, a pesar de lo grande de la cifra, el número no cubre la demanda creciente de pacientes que están cayendo víctimas del Chikungunya.


Lo único que nos queda, como creyentes en Dios y el Jesucristo, es orar para que el ébola no llegue a este lado del mundo porque las consecuencias para la nación serían terribles y catastróficas, porque en la Venezuela socialista los hospitales no sirven, no hay medicinas y estamos llenos de médicos cubanos de sospechosa validez en sus conocimientos. 

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