Espejismo ecológico
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Marina Silva |
Pasaron las elecciones en Brasil
como era de esperarse la presidenta, militante del Partido de los Trabajadores
de Luis Ignacio “Lula” Da Silva, Dilma Rousseff, salió airosa en los comicios
aunque no pudo evitar la segunda vuelta.
Lo sorprendente fue el caso de
Marina Silva, la aspirante pro-ecologista del Brasil, quien a pesar que las
encuestas, que le profetizaban un segundo lugar e incluso pisándole los talones
a la candidata a la reelección, se tuvo que conformar con una tercera plaza.
El 33,6% que obtuvo el candidato
del Partido Social Demócrata del Brasil (PSDB), Aécio Neves, dejó sin opción al
21,29% de las papeletas que sumó la abanderada de los verdes.
¿Qué pasó? Las mediciones de
opinión pública daban un creciente aumento de Silva en la opinión pública a tal
nivel que muchos aseguraban que el balotaje brasileño sería entre dos mujeres.
Casi nadie daba un quinto por el socialdemócrata.
Lo cierto es que Marina Silva
pasa a formar parte de los espejismos electorales del ecologismo
latinoamericano. Esto ya sucedió con la “avalancha verde” de Mockus en Colombia
y ya todos sabemos que Santos fue electo, en aquella primera ocasión, que una
ventaja arrolladora.
Estos resultados electorales
obligatoriamente tienen una arista comunicacional muy importante, y creo que con
su abordaje comprenderemos las claves de los reveses electorales del
ecologismo.
Primeramente el tema “verde” interesa,
en nuestro continente, a un sector reducido de la población, porque los
problemas sociales, políticos y económicos de nuestras convulsionadas
repúblicas agobian a nuestro elector, quien deja estos temas del medioambiente
en un plano más alejado.
El tema de la seguridad en
Colombia era más importante que la preservación del ecosistema, de allí el gran
posicionamiento y brecha entre Juan Manuel Santos y su contrincante verde. En
Brasil el duelo social entre el socialismo de “Lula” contra el revisionismo socialdemócrata
cautivó más al enorme universo electoral carioca.
Mariana Silva, igual que Antanas
Mockus en su momento, fueron espejismos políticos, pudieron atraer las
sensaciones de un grupo de electores más no retenerlos hasta el instante de las
votaciones.
Ahora bien, los ecológicos deben
de enfocarse en la estructuración de un discurso político basado en la
efectividad de sus propósitos, ¿qué queremos decir? Deben olvidarse de las
presidencias de la república de nuestros países y centrarse en ganar espacios
claves en los municipios, estados y parlamentos y desde allí promover una
culturización hemisférica sobre la eco-política.
Si los partidos ecológicos, tanto
el venezolano como del resto de nuestro continente, desarrollan una política de
difusión de sus ideales, vinculándolos con los problemas inmediatos de nuestra
sociedad, emprenderán un crecimiento sostenido de posiciones que a mediano o
largo plazo le permitirán acceder a la Jefatura de Estados.
Uno de los dramas de los
ecológicos latinoamericanos, a diferencia de sus pares Europeos los cuales sí
han crecido, es la carencia de liderazgos propios, con vinculación
psico-emotiva con sectores de la población y con características de fuerza de
voluntad y poder.
Deben, esencialmente, quitarse la
tacha perspectiva de ser “hippie” o blandos, para construirse una imagen
más acorde con las necesidades de rudeza y control que esperan nuestros
electores.
La tarea para los ecopolíticos es
crear un piso electoral importante, diseminar su pensamiento, dejar de
racionalizar el discurso y elevarlo a climas más emotivos e impactantes para
así emprender la revisión exhaustiva, que los llevarán por otros caminos hacia
la consolidación como tendencia política seria y con opción entre nuestros
pueblos.
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